Transiciones: alvearismo, menemismo y kirchnerismo



Alvearismo 

Se vuelve a la historia como lecciones del pasado en el instante de peligro, como pensaba Benjamin; o como búsqueda de explicación y balance en el momento de la inesperada y áspera derrota.

Desgastada la frágil comparación con la "primavera camporista" o la menos sustentable con el primer peronismo, caídas en desgracia como discurso legitimador del kirchnerismo; se fueron a buscar similitudes a los fondos de la historia de la Argentina moderna y una clave creyó encontrarse en la "alvearización". 

Para dar por válida la comparación, habría que aceptar por un momento que el kirchnerismo fue una especie de yrigoyenismo contemporáneo. Y ahí surge el primer problema, tanto Yrigoyen como Perón fueron, a su manera, la canalización burguesa de nuevos actores de masas, cuya entrada violenta se propusieron y en cierta medida lograron evitar. Las clases medias y sectores de la joven clase obrera en el caso del caudillo radical; y lo que ya era un verdadero movimiento obrero para el caso del General Perón.
El kirchnerismo no fue manifestación de nada nuevo en términos de estructurales reconfiguraciones sociales o de nacimiento de nuevas clases, fue el agente del recauchutaje de un régimen político y de acumulación que había destruido el entramado social y fue cuestionado por la movilización popular. Los pilares de esa formación social impuesta durante el noventismo "neoliberal" quedaron en pie, por eso fue continuista en términos de condiciones de trabajo y dependencia del capital extranjero, aunque el crecimiento económico generó empleos, permitió discutir salarios y fortalecer las finanzas del estado. 
Hecha la salvedad, el aspecto de verdad de la comparación es que los herederos realmente existentes que el kirchnerismo ayudó tanto a encumbrar, son a su manera, "alvearistas". 
Recordemos, Don Marcelo Torcuato y sus "galeritas" sucedieron a Don Hipólito, de quien la leyenda cuenta que también tuvo su "Página 12".
La "oligarquía" de la época lo consideraba más de su riñón que a la chusma yrigoyenista, mantenía una muy buena comunicación con los grupos de poder económico y político. Su vice-presidente era un tal Elpidio González, cordobés hijo de militares, Ministro de Guerra de Yrigoyen y jefe de la policía durante los hechos ocurridos en la "Semana Trágica". Algo así como que Scioli integre una fórmula con Granados, con Berni o con Milani. Y el sciolismo o el massismo son una especie de alvearismo, si se los considera un producto directo de la restauración kirchnerista; como Alvear de Yrigoyen. 
El interregno alvearista abrió el camino a la vuelta de un Yrigoyen senil y a la vez preparó el terreno del golpe del 30.

Menemismo

La otra comparación, más cercana en el tiempo, es con la transición entre el menemismo y la Alianza. El "consenso de la convertibilidad" era aún fuerte y De la Rua sólo podía ganar si reafirmaba que un dólar valdría un peso. La Alianza expresó un movimiento inverso a la alvearización, una "alvearización al revés". El malestar contra el menemismo se manifestó en el apoyo a un proyecto al cual el Frepaso disfrazaba de centroizquirdista. En última instancia después del 2001, el kirchnerismo tomó esa orientación y esa agenda para su obra restauradora.
Steven Levitsky demostró que el menemismo y el kirchnerismo fueron las formas que adoptó el peronismo de acuerdo a la relación de fuerzas. La "trasversalidad" y la "concertación plural" menemista fueron hacia la UCD y otras derechas; y las del kirchnerismo hacia los restos de frepasismos y centroizquierda. Ambos respetaron el poder real de gobernadores e intendentes y de la burocracia sindical, y tuvieron sus momentos de autonomía bonapartista. La aparición del poder real del partido se dio en los momentos de crisis, demostrando que la calificación de "partido de la contención" es más que correcta.
Por eso la reunión del Consejo Nacional del PJ de estos días es la expresión de la preparación para la crisis de la "herencia" kirchnerista, que se vienen manifestando en las "tensiones del modelo" y la necesidad del ajuste.
El grano de verdad de esta comparación es que los "alvearistas" (o los "aliancistas") del kirchnerismo tienen que actuar sobre la base del "consenso" de un modelo (neoliberalismo + desechos de estado) que no puede durar mucho sin ajuste. Si se corona la restauración política comenzada por el kirchnerismo, la consecuencia lógica es la restauración económica de las "concesiones" obligadas por el desvío, y solo posibles en tiempos de crecimiento.

Imponderables

Lo que nunca está ponderado en los análisis politológicos es la lucha de clases, salvo como telón de fondo. Cuenta la historia que durante el alvearismo estallaron 519 huelgas que involucraron a más de 400 mil trabajadores, solo algunos años después de la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde. Y en esos mismos años el alemán Wilckens se tomó un rato para ajusticiar al jefe de los asesinos de los obreros patagónicos.
Durante el periodo de los últimos años del menemismo y el bienio aliancista se desarrollaron los paros generales, las revueltas y movimientos de desocupados en las provincias y las mismas jornadas de 2001.
Los alvearismos o las transiciones más o menos ordenadas hacia regímenes y gobiernos con empleados políticos más directos del capital; o hacia movimientos "pasivizantes" con cierta limitada autonomía, son el producto de los derrotas o los desvíos de la lucha de clases.
Al nuevo movimiento obrero de esta década y a la izquierda clasista que logró su propio peso político con el Frente de Izquierda, se le presenta el desafío de cambiar esta historia circular de la Argentina burguesa. 

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