¿Quo Vadis José Manuel?



Fernando Rosso

@RossoFer


“Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo”, podría contestar De la Sota para explicar metafóricamente su presente político, usando la frase que Pedro (“avergonzado de su actitud”) le habría dicho a Cristo cuando fue interceptado escapando cobardemente de Roma; según la mitología cristiana.
Es que la política burguesa tiene esos giros bruscos que siguen el ritmo violento de los cambios de situación a los que nos tiene acostumbrados la Argentina contenciosa. Eso convierte a los tranfuguismos en más sorprendentes y a la vez patéticos. Los que hasta ayer nomás eran fervientes opositores radicalizados, se transforman en tímidos semi-oficialistas mansos y domesticados. 
Y esto no es privativo del “cordobesismo rabioso”, devenido en un sciolismo consensual y casi kirchnerista. El “borocotismo” es un deporte nacional y los principales protagonistas políticos lo practican casi con placer: Sergio Massa, la estrella opositora, kirchnerista de los orígenes; la inefable Lilita Carrió que habla peste hoy, del flamante aliado con el que se va a abrazar mañana, Luis Juez un aficionado a la charlatanería impune. Y esto sólo para nombrar algunos y no hablar del “bajo clero” de la política tradicional argentina, donde los cambios de bando se producen cotidianamente y en cantidades industriales. 
Una de las virtudes del Frente de Izquierda, incluso para aquellos que no comparten de conjunto su perspectiva general, es la coherencia entre el discurso y el acto.
Pero aunque parezcan absolutamente autónomos, estos movimientos de la política tienen una determinación social y son manifestación de una relación de fuerzas.
En su discurso de inauguración de las sesiones de la legislatura, De la Sota se vio obligado a responder a los cuestionamientos sociales que expresaron el motín y los saqueos del 3 y 4 de diciembre pasado: una combinación entre un reclamo de la corporación uniformada y una irrupción social de la Córdoba profunda. Tanto el empoderamiento de unos, como la marginación y “gethificación” de otros, son obras también del delasotismo (como de los gobiernos anteriores). El cuestionamiento que siguió a la policía, implicada en el impulso inicial a los saqueos, ponía también en cuestión el “felices pascuas” con que De la Sota inició la ola de capitulaciones provinciales y nacionales ante el chantaje de los brazos armados del estado. El otro tema al que tuvo que dar respuesta fue al rechazo social a la instalación de la planta de Monsanto, que viene generando una persistente -aunque no masiva-, movilización de organizaciones populares y ambientalistas.
Todos estos movimientos son emergentes de la debilidad política del delasotismo que, como el kirchnerismo, transita su fin de ciclo, sin que ningún partido o coalición tradicional se presente con fuerza para convertirlo en “pato rengo”.
No hubo referencia y mucho menos crítica en el discurso de De la Sota a la histórica devaluación que llevó adelante el gobierno nacional y que manifiesta una grave crisis del “modelo”. Cuando todo indicaba que podía sonar la hora de la espada del “cordobesismo”, De la Sota da un giro que es de hecho un acercamiento al kirchnerismo.

Y esto tiene su origen en una debilidad política que los motines, saqueos y las movilizaciones sociales no hicieron más que manifestar crudamente.

El declive es evidente, no sólo del delasotismo, sino del conjunto del régimen político y ya se había expresado en la elección de octubre pasado. Los números dijeron mucho de la crisis de la política burguesa de la Docta. La lista oficialista, Unión por Córdoba, ganó tan sólo con el 26,54% de los votos en toda la provincia, la segunda (UCR) obtuvo el 22%, el FPV y el PRO salen tercero y cuarto respectivamente con el 15 y 14%, quinto se ubicó el FIT con el 7.48%. Y en la capital, donde se concentra la mayoría de los trabajadores y el movimiento estudiantil, la ecuación se invierte y se debilita aún más: la UCR gana con el 20.7%, lo sigue el PRO con el 16.62%, tercero sale UPC con el 15% y cuarto el FPV con el 14%. Aquí el FIT obtiene 12.24%, a dos puntos del FPV y a 8 del "ganador". Si no hay “crisis de hegemonía”, por lo menos existe una significativa distancia entre representantes y representados. 
El monto y la forma de aprobación (con un concejal trucho y represión) del aumento del boleto de transporte urbano, hace su aporte al desprestigio general, en este caso de la fracción de la UCR comandada por el mestrismo.
La misma elección (incluyendo la votación al FIT), y hechos sociales masivos como la “marcha de la gorra”, mostraban que el “cordobesismo” estaba desfasado de la relación de fuerzas.
La centralización de los recursos estatales y la devaluación que aumentó instantáneamente la abultada deuda de la provincia, hicieron el resto. El encuentro con Scioli fue el último acto protocolar de la capitulación. En ese juego de la “continuidad con cambios”, De la Sota le sirve a Scioli para mostrar “autonomía” y Scioli le sirve a De la Sota como puente hacia el gobierno nacional, para obtener los recursos que le permitan administrar su propia decadencia. Y como “premio consuelo”, ganar un lugar en la alianza entre el Frente la Victoria y el PJ, junto a Capitanich, Urribarri y varios más de la renacida liga de gobernadores.
Este “giro a la iz quierda” del delasotismo para enfrentar su fin de ciclo, promete ser tan exitoso como el “giro a la derecha” del kirchnerismo para amoldarse al suyo. 
La historia vuelve a poner a Córdoba ante la posibilidad y el desafío de cambiar radicalmente su rumbo, ante la debilidad “espantosa” de sus fuerzas políticas tradicionales. 
Inmediatamente después de los motines y saqueos de diciembre pasado, en una interesante lectura de los hechos, el antropólogo Pablo Seman afirmaba que “La Córdoba dividida y desigualada a la fuerza ha mostrado por un segundo la arquitectura y el dolor generalmente enmudecidos de su constitución social”.
Es cierto, pero una parte de su “constitución social”, sus actores clásicos y fundamentales: el movimiento obrero y el movimiento estudiantil, que supieron protagonizar los hitos que son el orgullo de la provincia y que han recuperado fuerza en los últimos años, todavía no han dicho ni la primera, ni la última palabra. Ni en la arena caliente del conflicto social, ni en el panorama crítico del escenario político. Esa es la apuesta, todavía con final abierto. 
Mientras tanto, ese proyecto efímero bautizado como “cordobesismo”, simplemente, QEPD.

Comentarios

  1. Muy bueno el post. Agrego algunos elementos más sobre De La Sota y sus "confesiones de un fracaso" http://elinstantedepeligro.blogspot.com.ar/2014/02/de-la-sota-confesiones-de-un-fracaso.html

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