Ni el “Epos” del final te va a salir


Fernando Rosso
@RossoFer

"Si malo es el gringo que nos compra, 
peor es el criollo que nos vende"
Arturo Jauretche 

Los giros bruscos de la política kirchnerista dejan en offside a sus intelectuales orgánicos. El pragmatismo tactiquero, torpe y desordenado no deja tiempo ni lugar para los intentos de justificación ideológica.
El artículo de Horacio González publicado en el diario Página 12 y que lleva como título “Épica, soberanía, globalización”, es una muestra de esta discordancia de los tiempos entre el oportunismo político y su justificación intelectual. Y además, el texto confirma que la razón conformista ya no tiene límites ni escrúpulos.
El artículo es un llamado derrotista y casi desesperado a la moderación capituladora frente a la soberbia impune de los llamados “fondos buitre”. Porque “no es conveniente el nacionalismo autocomplaciente o las tentaciones costumbristas del ‘ser nacional’”. Ya no se trata de condenar solamente a las irresponsables izquierdas radicales, sino también a ese más moderado nacionalismo que puede llegar a reclamar el “no pago” o incluso el más dialoguista planteo de discriminación entre alguna deuda “injusta” y otra supuestamente “justa”. Todo ello caería en el costumbrismo autocomplaciente como aquel que expresara Raúl Scalabrini Ortiz cuando denunciando a la deuda externa afirmaba que “El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal”. Esto sería darle rienda suelta al “nacionalismo vulgar”, a un infantilismo de ir a negociar “envueltos en banderas épicas que no cuenten con la necesaria sabiduría”. Mientras que lo que se necesita son propuestas de decoro nacional, con epopeya honrosa pero sobre todo sobria. 
A falta de relato -concepto degradado en demasía-, podemos “tener a mano la posibilidad de reconstruir el ‘Epos nacional’. ¿De qué se trata? El ‘Epos’ es la historia narrada como epopeya autorreflexiva (…)”. Si queda clara la estrategia de negociación responsable, sobria, moderada y sabia; es lícito el uso de palabras como “buitre” o “extorsión”, disparadas por la cadena nacional o en cualquier otra tribuna de la patria textual. Ellas pueden darle “estatuto autonomista a una ética democrática de la nación. La nación comienza por yacer implícita en la lengua”.
Este intento de validación de la épica textual sufre las incongruencias que siempre estuvieron presentes en la razón conformista.
Por un lado, se reclama con justeza que la mera existencia de misteriosas organizaciones (como la Depositary Trust Company, donde están depositados los bonos y que obliga a la jurisdicción norteamericana), no puede naturalizarse e inhabilitar cualquier otra alternativa que no sea pagar en las condiciones de los demandantes. Pero sin embargo, unos párrafos antes -oculta crípticamente dentro de una pregunta-, se había expuesto la misma inhabilitación justificatoria: “¿No son más culpables los gobiernos precedentes que tomaron la deuda, antes que el gobierno actual que, sin contar con otras posibilidades, aceptó como sede de litigio a la ciudad de Nueva York?" Hoy no hay que naturalizar e inhabilitar alternativas a las impuestas por misteriosas organizaciones de las finanzas mundiales, pero ayer el gobierno actual debió renunciar escandalosamente a su soberanía porque “no había otras posibilidades” que las impuestas por organizaciones no menos oscuras y siniestras que son tan parte del parasitismo global, como los actuales “buitres”. 
La síntesis media del nuevo “Epos” acorde a la relación de fuerzas actual sería, según González, “buscar el tertium datur entre cumplir humillados o recaer en la facilidad teatral neonacionalista. Recrear la propia actividad social democrática del país (…)”. Ni Beatriz Sarlo lo hubiese dicho de una manera tan liberalmente contundente y con tan moderado conservadurismo.
Lo patético es que el mismo día en se publica este exhorto para ejercer la resistencia en el último reducto de la lengua; se ventila la carta que los abogados representantes de la Argentina en Nueva York le acercaron al juez Griesa. La misiva carece directamente de “Epos” y toma la forma de ruego, plegaria o súplica; propia de los años de las relaciones carnales y el alumno ejemplar que busca aprobación de sus mayores o de sus amos. 
“(…) la República Argentina (‘la República’) tiene la voluntad de negociar de buena fe”, comienza implorando el documento presentado por al abogado Carmine D. Boccuzzi Jr. en el juzgado de Griesa. “La República Argentina respetuosamente solicita una medida suspensiva (‘stay’) de los Amended Injunctions [medidas cautelares] que le permita entablar conversaciones con los demandantes en un plazo de tiempo razonable para este tipo de negociaciones”, continúa el pedido que a esta altura ya causa vergüenza ajena. “(...) Argentina quiere salir de los litigios que han cargado sobre ella y sobre las Cortes. Por ello respetuosamente solicita un ‘stay’ de su Señoría”, remata la imploración lacrimosa que había reiterado en tres exageradas oportunidades eso de “respetuosamente” a Su Señoría. Nada de extorsión, ni buitres, ni pájaros de ningún tipo. La carta presentada por los abogados del estudio “Cleary Gottlieb Steen & Hamilton LLP” que representa al país en el litigio y que coincide con Horacio González en eso de no andar con “teatralidades neonacionalistas”; simplemente puso el discurso en sintonía directa con la política.
Para los que habían decretado la muerte del imperialismo, éste se encargó de recordarles su cruda existencia con el simple dictado de algunas medidas cautelares. El Capital -como Dios-, está en todos lados pero atiende en Nueva York. Y sobre la base de su dominio demuestra que para defender los intereses nacionales hace falta mucho más que un “Epos” o un relato, que a la larga terminan subordinados y adaptados a la política real y a la economía. Griesa, Carmin Boccuzzi Jr. y el Cleary Gottlieb Steen & Hamilton LLP, confirman que a la lengua también le llegó la hora de la restauración.

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