Los debates (en) el Frente de Izquierda: elecciones, parlamentarismo, estrategia y táctica

El último post de "Los galos de Asterix" (el blog del amigo Juan Dal Maso), nos recomienda una re - lectura de un texto de los primeros Congresos de la III Internacional, a propósito de la política de los comunistas hacia y en los parlamentos burgueses. Una recomendación muy atinada, en momentos en que el FIT logró una banca en la legislatura de Neuquén y no es descartable que consiga alguna otra en las elecciones por venir.
Ese documento deja planteado con claridad meridiana el rol que los revolucionarios comunistas le asignan a la pelea electoral y a la lucha parlamentaria, en el marco de una estrategia de conquista del poder por la clase obrera, centrada en la movilización extra-parlamentaria de las masas.
Para nosotros fue un aliciente más para escribir sobre el debate que, quiérase o no, se está dando implícitamente entre quienes integramos el FIT y acordamos un programa común para las elecciones, pero tenemos marcadas diferencias en la estrategia política.
En éste y éste discurso y luego en éste y éste, se abrieron por lo menos dos discusiones relevantres: una sobre cual es la importancia precisa - es decir, sin exageraciones - de la compulsa electoral (aquí viene a cuento el documento de la Tercera) y, por otra parte, sobre las vías y los métodos para construir una dirección revolucionaria en la Argentina, la lucha por las masas y el lugar del FIT en ese camino.
Sobre el primer aspecto, el discurso de Jorge Altamira en el acto de Córdoba, remarca la importancia de la pelea electoral y su carácter "fundamental", porque implica una batalla "política" contra la clase capitalista de conjunto, a diferencia de la lucha sindical que es "contra el patrón individual". Entonces Altamira se manifiesta "en contra" de los que dicen que las elecciones "no son importantes".
Como en ese acto nadie dijo que las elecciones "no son importantes", ni lo oradores del PTS, ni meeeenos que menos los de IS, tal afirmación parecía responder al discurso de Castillo y sobre todo al límite que, con una muy buena cita de Trotsky mediante, le puso a la táctica de participación en las elecciones, la conquista de diputados etc etc. Y es ahí donde se abre el debate. Si bien es verdad que la campaña electoral es una lucha política superior, en un aspecto a la pelea sindical, no es menos cierto y en este sentido la importancia de la cita de Trotsky que "El método fundamental de la lucha del proletariado contra la burguesía, es decir contra su poder gubernamental, es ante todo el de las acciones de masas. Estas últimas están organizadas y dirigidas por las organizaciones de masas del proletariado (sindicatos, partidos, soviets), bajo la conducción general del Partido Comunista, sólidamente unido, disciplinado y centralizado. La guerra civil es una guerra. En ella, el proletariado debe contar con buenos cuadros políticos y un efectivo estado mayor político que dirija todas las operaciones en el conjunto del campo de acción".
Y también "La lucha de las masas constituye todo un sistema de acciones en vías de desarrollo, que se avivan por su forma misma y conducen lógicamente a la insurrección contra el estado capitalista. En esta lucha de masas, llamada a transformarse en guerra civil, el partido dirigente del proletariado debe, por regla general, fortalecer todas sus posiciones legales, transformarlas en puntos de apoyo secundarios de su acción revolucionaria y subordinarlas al plan de la campaña principal, es decir a la lucha de masas".
Y finalmente "Esta acción parlamentaria, que consiste sobre todo en usar la tribuna parlamentaria con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del adversario, en agrupar alrededor ciertas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe ser totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de las masas". (Todas las citas son de "El Partido Comunista y el parlamentarismo" y el resaltado es nuestro).
No queremos poner en boca de nuestro aliado algo que no afirmó, pero como lo creemos con bastante experiencia como para debatir en el aire y como uno de los peligros del centrismo está en lo que "no se dice", sólo aprovechamos la polémica para remarcar que la validez de la afirmación de que "Nuestro partido, no es como cualquier partido...". Y la batalla electoral, es una batalla política, dentro de una estrategia, donde el "centro de gravedad" del capitalismo y su estado, no está precisamente en el parlamento.
La segunda discusión refiere al partido, la vanguardia y la conquista de las masas.
En el discurso del acto de las juventudes Altamira resaltó la importancia de la lucha por las masas, en el de Córdoba afirmó que el Frente de Izquierda tenía el programa que expresaba la experiencia histórica de las masas, afirmó "no estamos introduciendo nada "extraño" en la clase obrera, nuestro programa está en sus genes"...Todo esto, por supuesto, con el fondo de la catástrofe capitalista.
Vemos cierto mecanicismo economicista en estas forma de pensar la dinámica de la lucha de clases y la relación entre lo objetivo y lo subjetivo. No un economicismo "fatalista" con el mismo sentido que el de la Segunda Internacional o del stalinismo, donde el "desarrollo de las fuerza productivas, llevaba necesariamente al socialismo". Pero si un "fatalismo" donde la crisis terminal del capitalismo, cobra un valor sin límite y "soluciona" en sus nueve décimas partes los problemas objetivos y subjetivos de las masas, de la clase y del partido, en el camino a la lucha por la revolución. 
Según este esquema, el PO (o el Frente, según el auditorio) tiene el programa histórico de la clase obrera. La catástrofe capitalista hace su parte. La clase obrera "empalma" con el partido que tiene "su" programa y por lo tanto solo hace falta agitarlo correctamente.
La realidad de la lucha cotidiana por la reconstrucción de una subjetividad revolucionaria y una dirección política con la capacidad de vencer, es mucho más compleja de que este "sistema" mecanicista.
Es acá donde las categorías de Clausewitz demuestran su utilidad (párrafo aparte: el documento de la Tercera que citábamos está inundado de categorías clausewitzianas).
En primer lugar, la magnitud de la derrota mundial de la clase obrera en los años de la restauración, llevaron al enemigo a quebrar todo lo posible la voluntad de combate del ejército proletario y destruir sus fuerzas. Esto, en términos sociales, significó intentar reducir a la clase obrera casi a polvo social. Dividir sus fuerzas, quebrarla, moral y materialmente.  Las direcciones estalinistas y reformistas, cumplieron el pérfido rol de quinta columna en colaboración con el enemigo.
El fin de la época de la Restauración y el retorno de las luchas proletarias y de masas, no niegan las consecuencias que ésta dejó en la propia clase obrera y en las mismas organizaciones revolucionarias. El desafío de los revolucionarios de principios de siglo XXI incluye una doble tarea. Se debe retomar el programa y la estrategia revolucionaria, así como aportar a la reconstitución de principios elementales de lazos de solidaridad de clase, en el seno de la clase obrera y el pueblo, lo que significa combates cotidianos por la unidad de las filas obreras (contratados, efectivos, en negro, inmigrantes, mujeres etc). 
El programa del marxismo representa los intereses históricos de la clase obrera. Pero los "genes" de esa clase, o dicho en términos menos "positivistas" su subjetividad y su conciencia, son producto de su historia reciente, del resultados de sus luchas, sus fracasos y sus intentos de recuperación.
Esta situación tornó "extraños" muchos de los planteos de los revolucionarios ante la clase obrera durante los años de la restauración e incluso en último período de "reformismo pos-restauración", como el que se vivió en la Argentina en los últimos años. Es verdad que la catástrofe capitalista, puede empezar a hacer que de un salto "la realidad explique nuestro dogma". Pero en épocas no revolucionarias, el "dogma" y la práctica revolucionaria se hace en lucha política e ideológica contra ciertas "tendencias genéticas o naturales" de la clase, excepto que  se vaya a la clase obrera a adaptarse a ella y a sus tendencias tal cual son y no a intentar reclutar a los mejores elementos. Acá vale recordar al Lenín del "Qué hacer", aunque luego modificó su concepción sobre los límites potenciales de la conciencia espontánea de la clase obrera (a la que reducía solamente al tradeunionismo), no pierde su validez en relación a la lucha contra el economicismo y la adaptación a la clase y menos que menos "a las masas" tal cual son.
Y no es menos cierto que el peso específico, la preparación y el grado de desarrollo de la organización revolucionaria, la conquista de posiciones que permitan "atacar el centro de gravedad" del enemigo, cuando la circunstancias lo permitan, es un elemento tan o más importante que la "predicción" más o menos catastrófica de la crisis. Y la preparación de ese ejército, su reclutamiento se hace entre los elementos avanzados de una clase contradictoriamente concreta, producto de su tiempo. Las "tareas preparatorias" del ejército y su "Estado Mayor", pasan por el ejercicio de las luchas y las huelgas (escuelas de guerra), como por el estudio y el enriquecimiento de la "doctrina", incluso y necesariamente en lucha con las ideologías dominantes. Así como por el desarrollo de organismos de autoorganización y "doble poder" que permitan a la vanguardia revolucionaria, dirigir a las masas y crear las condiciones de un contrapoder con capacidad de derrotar a la burguesía. Entre el partido y las masas, son necesarias instituciones de poder de clase que permitan no solo organizar a la clase obrera, sino ejercer hegemonía sobre el pueblo pobre y oprimido. Claro que sin un programa y una dirección, los soviets también se vuelven impotentes. Pero si las tendencias "naturales" a la autoorganización cuando la clase obrera se dispone al combate, fueron obturadas y liquidadas por el estalinismo (y borradas del horizonte incluso de las principales corrientes del movimiento trotskysta), durante las experiencias revolucionarias del siglo XX, hoy se hace más que necesario inscribir la "estrategia soviética" en el programa revolucionario y en la lucha cotidiana por desarrollar sus tendencias.
Porque como decíamos con Gramsci en el post anterior, "el elemento económico, puede abrir brechas en la defensa enemiga". Pero para aprovecharla hay que contar con un ejército y un estado mayor, con la capacidad de fuego suficiente y organizada para vencer y hacerse del mando.
Claro, todo esto si el objetivo es "hacerse del mando" y no "sólo" obtener parlamentarios, sindicatos, centro de estudiantes...que no son "nada más que un medio"...

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