Tarifazo: la respuesta del gobierno a los reclamos del 19D
Publicado en "La Verdad Obrera" Nº 506 del 20/12/12
Por Fernando Rosso y Ruth Werner
No habían terminado de retornar a sus casas los miles de trabajadores que coparon la Plaza de Mayo en la manifestación del 19D, que el ministro Florencio Randazzo ya anunciaba desde la Rosada un sorpresivo tarifazo. Las subas superan el 40% para el boleto de colectivos y trenes (pág. 3). Esta es la respuesta del gobierno “nacional y popular” a los reclamos obreros: un nuevo ataque contra el pueblo trabajador, elegido como blanco para descargar la “crisis fiscal”. No muy distinto al derechista Mauricio Macri que en la semana aplicó un aumento sideral en el impuesto de Alumbrado, Barrido y Limpieza.
El 19D mostró en las calles a una nueva manifestación de sectores de la clase trabajadora que convocados fundamentalmente por la CGT Moyano y la CTA Michelli coparon la plaza por reclamos muy sentidos. Contra impuesto al salario, por el 82% móvil y la universalización de las asignaciones familiares, contra el “cepo” a las paritarias; fueron las consignas centrales. La convocatoria tuvo un enorme límite, porque fue sin paro y sin asambleas en la que puedan discutir, votar y decidir los trabajadores.
En los mismos discursos de los dirigentes se notó que el objetivo no estuvo puesto en darle continuidad al parazo del 20N. Ni Moyano ni Micheli anunciaron nuevas medidas de fuerza y aunque dedicaron gran parte de su oratoria a denunciar la gravedad de las condiciones de vida de la clase trabajadora también dejaron claro que su política es funcional a la oposición patronal. A eso apunta Moyano cuando llama a "no equivocarse con el voto". Si le sumamos que viene reuniéndose casi a diario con opositores patronales como Scioli o Lavagna, a quienes no criticó en la plaza, es evidente que el plan de Moyano apunta a impulsar una coalición peronista. Ni siquiera criticó a Macri que ataca abiertamente a los trabajadores del subte. El caso de Micheli es similar aunque sus simpatías están puestas en el sojero Binner del FAP. Ambos impulsan una alianza con la patronal Federación Agraria y ninguno hizo mención a la rebelión popular que 11 años atrás tiró abajo al gobierno de De la Rua y en las que brillaron por su ausencia.
En ese marco, la izquierda tuvo una presencia significativa en la Plaza de Mayo. Aunque no hubo columna unificada (pág. 10) particularmente la columna que agrupó a gran parte del sindicalismo clasista, detrás de la cual marchó el PTS se destacó por la presencia de combativos sectores de la vanguardia obrera, como las comisiones internas de Kraft y Pepsico de la alimentación, Claudio Dellecarbonara encabezando la delegación de los trabajadores del subte, sectores de la oposición en Gráficos como la Interna de Donnelley, la oposición ferroviaria de la Naranja, delegados y activistas telefónicos de la “Violeta”, entre otros sectores (pág. centrales). En esta columna también hubo un lugar para los sectores más explotados: los precarizados y los trabajadores inmigrantes. En ella se levantó una bandera claramente diferenciada de la orientación de los dirigentes sindicales burocráticos. Más que nunca, ahora que el gobierno ha redoblado la apuesta se impone pelear por un plan de lucha nacional para profundizar lo que empezamos en 20N.
2012: un año de crisis para el kirchnerismo
El gobierno termina un año marcado por sucesivas crisis políticas producto de la fuerte desaceleración económica y la ausencia de un sucesor “cristinista” puro. La desaceleración y la necesidad de pagar la deuda externa empujaron al programa de la “sintonía fina” de recorte de subsidios y un ajuste en los gastos del Estado, que el gobierno “terceriza” enviando menos fondos a las provincias. También el retroceso económico obligó a medidas como el “cepo” al dólar que acentuó la caída de la economía.
La Masacre de Once fue el primer alerta de que el “modelo” mantenía las condiciones estructurales del capitalismo semicolonial argentino entregado a las privatizadas bajo el reinado del menemismo. Ante la bronca por ese crimen social, el gobierno debió suspender la “sintonía fina”, manteniendo la estructura de subsidios millonarios que van al bolsillo de los empresarios del transporte y a la energía, en grave crisis por la política de las petroleras privatizadas de ganancia fácil y escasa inversión. Ahora con el nuevo tarifazo retoma el camino del ajuste contra el pueblo.
Con la nacionalización parcial de YPF el gobierno había retomado la iniciativa política e intentó “solucionar” la crisis energética. Pero la simpatía lograda se licuó aceleradamente porque no trajo ninguna solución para las amplias mayorías e incluso hubo aumentos en las naftas y el gas para “atraer inversores”. Ahora anunciaron un acuerdo con la multinacional imperialista yanky Chevron con el que pretenden volver a entregar nuestros recursos. Esa “semi-nacionalización” fue la última medida donde el gobierno logró recuperar cierta base social, de ahí en adelante fue una permanente emergencia de crisis que manifiestan su impotencia y declive.
El 13 se septiembre se dio la sorpresiva movilización de las clases medias y medias altas, que volvieron a ganar la calle el 8N. En el medio estalló la crisis de los gendarmes y prefectos que desafiaron al gobierno con un ”motín”. Fueron manifestaciones por derecha que desnudaban la pérdida de hegemonía del gobierno.
Pero lo más significativo para la izquierda clasista fue el pronunciamiento nacional de una parte muy importante de la clase obrera en el paro del 20N.
El 54% de los votos que sacó CFK hace poco más de un año está en disgregación, si todavía mantiene cierta base es por la debilidad de la oposición patronal. Ante la ausencia de un sucesor se reabrió la disputa en el peronismo entre los “presidenciables” donde despunta el ex – menemista Scioli.
Discurso “progre”, política de ajuste y tarifazos
La “guerra” con Clarín, empantanada en una maraña legal y ahora la “batalla” discursiva contra la corporación judicial son intentos impotentes de retomar la iniciativa. Mientras sostiene un relato “progre” de lucha contra las corporaciones, sus últimas medidas son claramente a la derecha: ley pro-empresaria de Riesgos de Trabajo, reapertura de las negociaciones con los fondos “buitres”, sostenimiento del mínimo no imponible del impuesto al salario y el tope para no pagar las asignaciones familiares, la entregada del subte a Macri que inició un duro ataque a los trabajadores y la propuesta de “cepo” a las paritarias con un pacto social. Y como regalo de fin de año, el nuevo tarifazo contra el bolsillo popular, ya castigado por la inflación o impuestos regresivos como el IVA.
El último discurso de Cristina reclamando a la justicia más “mano dura”, quejándose por la liberación de los detenidos por los hechos frente la Casa de Tucumán en la protesta por el escandaloso fallo del caso Marita Verón, y mezclándolo con los incidentes de la hinchada de Boca; profundiza el giro represivo iniciado cuando puso al Coronel del Ejército y ex–carapintada, Sergio Berni, al mando de la Secretaría de Seguridad.
Aunque para 2013 los analistas pronostican ciertas mejoras de la economía, la crisis del “modelo” continúa y el inicial proceso de ruptura de un sector de la clase obrera no podrá ser revertida por el gobierno. Este proceso profundo que cruza “trasversalmente” (tanto en la base de los gremios de la CGT y CTA oficialistas, como opositoras) es una gran oportunidad para construir una izquierda de los trabajadores.
2013: los desafíos de la clase obrera y la izquierda
El sindicalismo combativo y la izquierda mostró en a Plaza una presencia destacada, como ya se había expresado en el 20N.
La política burocrática de Moyano y Micheli de apuntalar proyectos opositores patronales dejó planteada la tarea de poner en pie una Asamblea Nacional de Trabajadores que unifique a los sectores combativos y clasistas del movimiento obrero, para imponer un plan de lucha que sea una verdadera continuidad del parazo del 20N. Pero también está a la orden del día cuál es la perspectiva política que debe darse la clase trabajadora en un año cruzado por la contienda electoral. El Frente de Izquierda y los Trabajadores es una gran conquista que debemos renovar programáticamente, mediante un debate que clarifique y reafirme su programa de independencia de clase de cara a las elecciones. Pero esta conquista táctica debe ser parte de una batalla estratégica porque la clase obrera conquiste su independencia política. En necesaria la pelea por sembrar la idea en las amplias franjas del movimiento obrero que inician su ruptura con el gobierno (y a las que Moyano-Micheli quieren llevar detrás de otras variantes patronales), de la necesidad de construir su propio Partido de Trabajadores sin patrones, para luchar porque la crisis la paguen los capitalistas y por un gobierno de los trabajadores. Esta lucha política facilita el camino a la izquierda revolucionaria para avanzar, cuando las condiciones lo permitan, hacia la fusión con la vanguardia obrera en un gran partido revolucionario.
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