Martínez Estrada y su "Radiografía de la Pampa"
(Sin pretensiones de "análisis o crítica literaria", posteamos un comentario a propósito de la lectura de este libro)
Terminamos de leer "Radiografía de la Pampa" de Ezquiel Martínez Estrada (tarde, aunque siempre es mejor que nunca). Considerado uno de los padres de la ensayística argentina, parte de una generación de notables narradores, como el mismo Lugones, Horacio Quiroga o Luis Franco. Pretendida continuación del Facundo, "Radiografía..." sentencia que hasta la más ciudad de las ciudades argentinas, es decir Buenos Aires, no puede escapar a la "cárcel" que es la pampa. Desde su visión telúrica, la soledad de las grandes extensiones es un gran determinante de la historia y la formación de la conciencia nacional y su cultura. Quizá más correcto sea decir, de las conciencias y de los seres prototípicos geoculturalmente determinados que engendra este lugar en el mundo.
América es un pueblo sin historia, nada es orgánico en América. Desde allí, EME llega a afirmar que hasta la propia Argentina es un país ficcional. Donde los instrumetos de moderna civilización (con el clásico ejemplo de los ferrocarriles) se insertan en un país poco armonioso en su desarrollo, con distintos estadios de conciencia y de cultura.
Hay algo de Trotsky en Martínez Estrada, además de la buena escritura. No pudimos dejar de remontarnos a la teoría del desarrollo desigual y combinado, que marcó las posibilidades de la Revolución Rusa, así como, luego de la derrota de la revolución alemana y mundial, también sus tragedias posteriores. Pero donde Trotsky veía una nueva peculiaridad explosiva de promesas revolucionarias y un nuevo rol para el proletariado, Martínez Estrada ve una yuxtaposición trágica e inorgánica de capas culturales que atrofian el desarrollo nacional.
También está presente la denuncia sarmientina, retomada en algunos trabajos de Franco y finalmente por Milcíades Peña, sobre el haraganismo de las oligarquías "con olor a bosta", asentadas sobre la riqueza infinita de la pampa. Retoma al último Sarmiento que encontró más barbarie en la civilización, que en lo que siempre creyó que fue la barbarie, porque en última instancia, dice EME "civilización y barbarie eran una misma cosa". Casi la misma síntesis benjaminiana de que "No hay ningún documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie...."
También está presente la denuncia sarmientina, retomada en algunos trabajos de Franco y finalmente por Milcíades Peña, sobre el haraganismo de las oligarquías "con olor a bosta", asentadas sobre la riqueza infinita de la pampa. Retoma al último Sarmiento que encontró más barbarie en la civilización, que en lo que siempre creyó que fue la barbarie, porque en última instancia, dice EME "civilización y barbarie eran una misma cosa". Casi la misma síntesis benjaminiana de que "No hay ningún documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie...."
"Napoleón fue un capítulo entero de la historia de Francia y Ayohuma un mal día en la vida de Belgrano". Esta sentencia de EME, marca su lectura de la (no) historia nacional o de su insignificancia, lejos de los grandes hechos y hombres que hacen Historia universal.
Desde cierta óptica política que no compartimos, Martínez Estrada se muestra como un gran conocedor de los tipos sociales y culturales que pueblan esa formación social que fue y es Argentina.
Golpeado duramente por el "hecho peronista", al que despreció (elgunos dicen que se "enfermó de peronismo", con una enfermedad psicosomática que lo postró durante esos años), bregó por una literatura que describa no solo las bellezas de la vida, sino esencialmente sus lados oscuros y sufrientes, una literatura de lo despreciable. Muy necesaria y en última instancia la única verdadera.
Desde ese escepticismo pasional, entendible en el ambiente social de la década infame, describe los "tipos ideales" de la sociedad argentina.
Del guapo al guarango, pasando por el compadre, fue describiendo al hombre que dejaba la pampa para acercarse a la ciudad. La oposición y el resentimiento plebeyo y campesino de la calle Boedo, un "barrio de frontera", contra Florida, el disfraz de Buenos Aires. La calle adonde hay que ir disfrazado de lo que no se es, a ver frentes y vidrieras que a la vez son el disfraces de las mismas casas. Florida, el lugar donde se encuentra siempre la fiesta, en el día hábil.
Su incursión en la "cuestión sexual", encerrada y normativizada por la religión impuesta, las leyes y la policía, por la sociedad expulsada de lo que debería ser su normal desarrollo libre (en tanto humano), hacia los lupanares y las prohibiciones. Los orígenes del chisme como producto de una no sociabilidad, o de una sociabilidad "de ataque", propia de un amontonamiento ciudadano que hasta hoy vive en gran parte de los barrios del conurbano.
Alguna de las perlas de este ensayo, ese género que nace con la politización de la literatura. Supo penetrar en la historia y en la vida argentinas de su época y describir sus contornos. No hay un análisis, digamos, estrictamente marxista en "Radiografía...", pero sí una gran sensibilidad artística y humana. Y es este humanismo el que EME reivindica de Marx, sobrevalorando quizá el rol de la educación y la "culturación" de las masas, por sobre la estrategia política, para su liberación. Aunque con esenciales aspectos de verdad en el rol de la cultura y la educación a servicio del dominador bajo el "sistema capitalista del embrutecimiento".
Altamente recomendable y un eslabón necesario en el gran texto de la historia y la compleja realidad de la Argentina.
Muy bueno, Fernando! Y excelente la referencia al texto de Martínez Estrada sobre Marx, la desconocía.
ResponderEliminarSalute
Gracias Mariana. abrazo
ResponderEliminarLa "sensibilidad artística y humana" de EME no le alcanzó para comprender a sus compatriotas. Su metafísica - paralela a la de Scalabrini - operó en sentido inverso. Ambos intentaron explicar cierta esencia nacional, determinada por la vastedad de la pampa, y la insularidad del hombre, sólo que uno se dejó ganar por el amor, y EME enfermó de odio, que su coqueteo intrascendente con el marxismo no bastó para explicárselo: de clase, pura y simplemente. Ese odio de clase que hace que cualquier capitalista odie más al burgués reformista que le encaja un impuesto que al hipotético revolucionario que agita consignas para un futuro indeterminado.
ResponderEliminarSaludos !
Excelente aporte el tuyo Fernando, para acercarnos a la obra profunda y contraversial de Radiografía de la Pampa.
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