La tragedia de Once y los años kirchneristas
Publicado en Plazademayo.com y en Diario Alfil el 29/02/12
Por Fernando Rosso (@RossoFer)
Indudablemente la que pasó fue la semana más negra de los años kirchneristas. El “relato” había recibido otros golpes bajos en su flanco izquierdo. La temprana desaparición de Jorge Julio López, un militante de los DDHH, testigo en los juicios contra los responsables de la última dictadura o el asesinato de Mariano Ferreyra a manos de una patota del gremio ferroviario. El gobierno y sus defensores habían encontrado las formas laberínticas para autoengañarse y tercerizar la responsabilidad en aquellos casos. En el caso de Julio López habían sido las “sobrevivencias marginales de la derecha” y en el caso del joven militante, una dirigencia sindical “enemiga”, también parte del pasado que estaba en tránsito de superarse.
Todos se negaron a ver el continuismo que estos casos evidenciaban. Era indiscutible la complicidad policial de la bonaerense, al mando del “compañero Daniel”, para encubrir a los desaparecedores. Y no mucho tiempo atrás, Cristina Fernández, lucía feliz un gorro de la Unión Ferroviaria, en un acto junto a Pedraza, el capo de ese sindicato, responsabilizado del asesinato.
En la explicación de estas “contradicciones”, los defensores del gobierno, hasta se atrevían al recurso de autoridad y nos ilustraban gramscianamente con la explicación de que “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”.
Y sin embargo “lo viejo”, con toda su vitalidad, emergió violentamente y los que murieron fueron 51 personas en la tragedia de la Estación Once.
Como ya se afirmó en varias oportunidades, el proyecto es “restaurador”, por lo tanto los cambios más “radicales” se hicieron sobre la apariencia y las formas, la sustancia y la esencia mantuvo e incluso profundizó el continuismo.
El “modelo” y su estructura
Las bases estructurales de la economía y del estado impuesto en los años de “neoliberalismo”, le empiezan a marcar los límites al “modelo”.
En el área petrolera y energética en general, la Argentina pasó a ser deficitaria. Las empresas privatizadas sacaron hasta el jugo de las piedras, sin invertir en exploración de nuevos pozos. Después de 9 años de esta situación, ahora se lanzan rumores contra las petroleras, campañas mediáticas, amenazas de intervención y diatribas para la tribuna, pero ninguna medida concreta.
La extensión de la frontera sojera al máximo y la permanente expulsión de la población hacia las ciudades, fenómeno que viene desarrollándose desde antes que este gobierno llegara al poder, pero que continuó firme bajo su mandato, hizo estallar la “cuestión urbana”, la falta de tierra y vivienda.
Finalmente, en la estructura del transporte y de los ferrocarriles en particular, se mantuvo la misma lógica. Subsidios de capitalismo de amigos, falta inversión, agravada por el envejecimiento propio de la red y el aumento de la circulación de pasajeros movidos por la recuperación económica.
Y esta dinámica puede generalizarse al conjunto de la estructura productiva del país que basó su “milagro” de los últimos nueve años, en la devaluación “fundacional”, un saqueo al salario y en el aumento de las conmodities que exporta la primarizada economía argentina.
La inflación es la consecuencia lógica de una economía basada en estas condiciones.
El futuro llegó
Y estas no son “materias pendientes” como les gusta afirmar, para autoconsolarse a los kichneristas, sobre todo a los que revistan en su “ala izquierda”; directamente no son parte de la agenda. Ahora, cuando la crisis global, comienza a afectar a la economía argentina y en consecuencia a sus finanzas estatales, el “bonapartismo fiscal”, esa herramienta mágica para mantener a los amigos y disciplinar a los adversarios, comienza a debilitarse. La “sintonía fina” es el programa para intentar sostener la Caja, pero a costa de limitar una conquista, presuntamente otorgada por la bondad kirchnerista y reivindicada como propia durante todos estos años: las negociaciones paritarias. El paro decretado por un gremio “amigo”, como es el de los docentes (CTERA) es sintomático de la dinámica de las negociaciones que están en puerta (como será con los no tan amigos).
El ciclo kirchnerista parece haber dejado atrás su cénit, en la curva descendente son más recurrentes los tropiezos y los errores. Las conferencias de prensa de Schiavi, por la tragedia de Once o de Garré, por el cuestionado Proyecto X y el espionaje de la Gendarmería, mostraron que hay poco y nada más allá del 54% de Cristina. Como afirmamos alguna vez, las capacidades del estadista se miden en momentos difíciles, el último discurso de Cristina, puede tener una buena nota en “actuación”, pero una baja calificación en política.
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