Ni de izquierda, ni de derecha, sino todo lo contrario
El título del post puede traducirse al lenguaje elegante del gorilismo borgeano como "ni buenos, ni malos, simplemente incorregibles".
Es que un día anuncian la suba precaria, inestable y arbitraria del piso del impuesto a las ganancias, aplicado sobre el salario y el aumento de las asignaciones; y al día siguiente, por medio del emepenismo y sus medios (balas y palos), presionan para la aprobación de una nueva entrega nacional.
Un día antes de estos dos anuncios, habían hecho otro que contenía en la misma propuesta los dos polos que contornean al bonapartismo: somos "pagadores seriales"... pero con "autonomía". Cristina prometió cumplir con el eterno mandato que viene desde el fondo de la historia semicolonial argentina, y que el tucumano Avellaneda supo sintetizar tan cipayescamente bien ("honrar la deuda sobre el hambre y la sed de los argentinos"). Eso sí, continuaremos cumpliendo fanáticamente con los compromisos, pero el pago se hará en alguna ventanilla de nuestra "patria vasalla".
Es la lógica del bonapartismo que tantas veces confundió a ciertas izquierdas dogmáticas y de pensamiento mecánico.
Sin embargo, obligadamente hay que diferenciar el largo plazo, o dicho gramscianamente, los movimiento orgánicos, de aquellos de coyuntura. Sino se corre el riesgo de perderse en el tactiquerío kirchnerista, en el que han sabido especializarse, con la inestimable ayuda de la oposición burguesa.
Y para aclarar un poco todo esto, puede ser válida la comparación con las recuperaciones parciales, desde que en el 2008/2009 comenzaron las tendencias nunca revertidas totalmente, hacia el fin de ciclo. En esta etapa de declive general de las condiciones políticas y económicas que se agravan persistentemente, las recuperaciones tácticas fueron cada vez peores y más fugaces.
La primera 2010-2011, combinó condiciones extraordinarias del capitalismo mundial que favorecieron a los emergentes (tendencia puesta en duda hoy), con la muerte de Néstor Kirchner que se inscribió indefectiblimente en los acontecimientos políticos. La mística de la ley de medios, la AUH y lucha contra la oligarquía. Quedará en la historia del kirchnerismo como la "gran recuperación", producto más de la fortuna que de la virtú. Y como siempre dijimos, el 54% estuvo exagerado, por obra y gracia de los opositores de cartulina que parecieron trabajar todos para el resonante triunfo que emborrachó al cristinismo.
Y esa misma borrachera, manifestada en el hablarse encima de la cadena nacional permanente fue un factor actuante, combinada con las tendencias fundamentales (la crisis energética, los crímenes sociales, la sucesión inviable), las que obligaron a otro gran giro táctico con la "expropiación" de YPF; en aquel ya tan lejano abril del 2012. Para parar la caída que se producía apenas unos meses después del "batacazo". La mística fue menor, el "nacionalpopulismo" duró menos, porque en el mismo anuncio, ya estaba en germen la chevronada. Sólo hicieron falta los cacerolazos de la clase media inquieta, que se exaltaba porque los parches del "modelo" comenzaban a afectar su derecho a la fiesta dolarizada. Y después el parazo del 20N que respondía al empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora (inflación, impuesto al salario) y también a la suba de las aspiraciones que las propias conquistas engendraron. Es decir, que efectivamente y no de relato, exigía "nunca menos".
El cachetazo del 11 de agosto pasado fue una expresión distorsionada, moderada, por coyunturales condiciones económicas extraordinarias (mucho más coyunturales y mucho menos extraordinarias que las 2010-2011), de todas estas tendencias juntas (incluida la emergencia de la izquierda).
En esta historia general se inscriben los giros actuales. Primero fue la sciolización para intentar no perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires, dado que el resto ya estaba perdido. Y en este punto es interesante hacer una digresión en la comparación. Porque entre los motores del segundo giro táctico, estaba frenar la emergencia de los "competidores internos" frente la crisis de sucesión, en momentos en que se intentaba construir la utopía de Boudou como el "sucesor", cuyo mérito mayor era la carencia de todo poder propio. Es decir, era una lucha esencialmente contra de Scioli, cuando el kirchnerismo creía todavía en el "programa máximo" de convertirse en una genuina mayoría nacional. "Paradójicamente", este nuevo intento de recuperación y sus giros (suba del mínimo, aumento del 10% a empresarios) se hace en lucha por y junto a Scioli, el que espera cobrar toda la factura junta en 2015. Como siempre, y como no podía ser de otra manera, el bonapartismo responde de contragolpe y determinado por las condiciones generales. Ya no es una lucha por avanzar a consolidarse como mayoría nacional, incluso algunos reconocen que reducidos a su núcleo duro, al kirchnerismo paladar negro, son apenas el 10%, acercándose peligrosamente al Frente de Izquierda.
Ahora se trata del "programa mínimo" de no continuar reduciéndose a su mínima expresión. Es decir, para que no se dispare Massa y los ponga en crisis terminal, con serio peligro de helicóptero.
Las condiciones no catastróficas (aunque tampoco espectaculares) de la economía, permiten todavía estas limitadas maniobras bonapartistas. Pero la recuperación, si la hay, está condicionada por todo el resto de las tendencias, que a falta de mejor nombre, podemos llamar "orgánicas". Incluida, por supuesto, la "cagada a palos" del 11 de agosto, como la describió muy académicamente un filósofo conurbano de origen nipón.
Habrá que ver las consecuencias concretas de los nuevos giros, pero las aspiraciones del kirchnerismo senil, son cada vez más modestas. Pelearle desde atrás al municipalismo, a golpes de gasto público (y después vemos) y de sciolismo levemente kirchnerizado. Si fracasa la recuperación, gana el masismo. Si "triunfa", el kirchnerismo se sobrevive acomodándole la alfombra roja a Scioli 2015. Son parafraseando a Munis, "jalones de victoria, promesas de derrota".
Y esa misma borrachera, manifestada en el hablarse encima de la cadena nacional permanente fue un factor actuante, combinada con las tendencias fundamentales (la crisis energética, los crímenes sociales, la sucesión inviable), las que obligaron a otro gran giro táctico con la "expropiación" de YPF; en aquel ya tan lejano abril del 2012. Para parar la caída que se producía apenas unos meses después del "batacazo". La mística fue menor, el "nacionalpopulismo" duró menos, porque en el mismo anuncio, ya estaba en germen la chevronada. Sólo hicieron falta los cacerolazos de la clase media inquieta, que se exaltaba porque los parches del "modelo" comenzaban a afectar su derecho a la fiesta dolarizada. Y después el parazo del 20N que respondía al empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora (inflación, impuesto al salario) y también a la suba de las aspiraciones que las propias conquistas engendraron. Es decir, que efectivamente y no de relato, exigía "nunca menos".
El cachetazo del 11 de agosto pasado fue una expresión distorsionada, moderada, por coyunturales condiciones económicas extraordinarias (mucho más coyunturales y mucho menos extraordinarias que las 2010-2011), de todas estas tendencias juntas (incluida la emergencia de la izquierda).
En esta historia general se inscriben los giros actuales. Primero fue la sciolización para intentar no perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires, dado que el resto ya estaba perdido. Y en este punto es interesante hacer una digresión en la comparación. Porque entre los motores del segundo giro táctico, estaba frenar la emergencia de los "competidores internos" frente la crisis de sucesión, en momentos en que se intentaba construir la utopía de Boudou como el "sucesor", cuyo mérito mayor era la carencia de todo poder propio. Es decir, era una lucha esencialmente contra de Scioli, cuando el kirchnerismo creía todavía en el "programa máximo" de convertirse en una genuina mayoría nacional. "Paradójicamente", este nuevo intento de recuperación y sus giros (suba del mínimo, aumento del 10% a empresarios) se hace en lucha por y junto a Scioli, el que espera cobrar toda la factura junta en 2015. Como siempre, y como no podía ser de otra manera, el bonapartismo responde de contragolpe y determinado por las condiciones generales. Ya no es una lucha por avanzar a consolidarse como mayoría nacional, incluso algunos reconocen que reducidos a su núcleo duro, al kirchnerismo paladar negro, son apenas el 10%, acercándose peligrosamente al Frente de Izquierda.
Ahora se trata del "programa mínimo" de no continuar reduciéndose a su mínima expresión. Es decir, para que no se dispare Massa y los ponga en crisis terminal, con serio peligro de helicóptero.
Las condiciones no catastróficas (aunque tampoco espectaculares) de la economía, permiten todavía estas limitadas maniobras bonapartistas. Pero la recuperación, si la hay, está condicionada por todo el resto de las tendencias, que a falta de mejor nombre, podemos llamar "orgánicas". Incluida, por supuesto, la "cagada a palos" del 11 de agosto, como la describió muy académicamente un filósofo conurbano de origen nipón.
Habrá que ver las consecuencias concretas de los nuevos giros, pero las aspiraciones del kirchnerismo senil, son cada vez más modestas. Pelearle desde atrás al municipalismo, a golpes de gasto público (y después vemos) y de sciolismo levemente kirchnerizado. Si fracasa la recuperación, gana el masismo. Si "triunfa", el kirchnerismo se sobrevive acomodándole la alfombra roja a Scioli 2015. Son parafraseando a Munis, "jalones de victoria, promesas de derrota".
Aplausos!!!!
ResponderEliminarbonapartismo sin ejercito estimado ???
ResponderEliminarserá papismo mejor
http://rib-moregeometrico.blogspot.com.ar/2013/08/postperonismo.html
la argentina es miami, la habana o detroit ???