Córdoba: El juego de imágenes del “partido sindical”


Fernando Rosso
frossocba@gmail.com

Los números de las elecciones del 27 de octubre pasado fueron una manifestación contundente de la crisis de representación de las coaliciones y partidos tradicionales en Córdoba. 
Según los resultados, la lista oficialista ganó con poco más del 26% de los votos en toda la provincia, la UCR obtuvo el 22%, el FPV y el PRO que responde a Mauricio Macri, salieron tercero y cuarto con el 15 y 14%, quinto se ubicó el Frente de Izquierda con cerca el 8%. En la capital, la ecuación se invierte y los números son más bajos y dispersos: la UCR gana con el 20.7%, lo sigue el PRO con el 16.62%, tercero sale Unión por Córdoba con el 15% y cuarto el FPV con el 14%, el FIT obtiene 12.24%.
La debilidad política del conjunto del régimen estuvo en la base del motín de la policía del pasado 3 y 4 de diciembre que vio una ventana de oportunidad, no solo para un reclamo corporativo “salarial”, sino también para poner límite a todo avance judicial o político ante el cuestionamiento y descrédito por las evidentes relaciones con negocios ilegales como el narcotráfico o la trata de personas. Como la corporación militar en su momento, actuando todavía como “partido” e imponiendo el llamado “punto final” (y la “obediencia debida”) al alfonsinismo, la policía asumió un rol de embrión de “partido policial” y protagonizó un motín que se convirtió en una manifestación política y una demostración de fuerzas con el objetivo de la defensa de sus negocios y en búsqueda de impunidad.
En estos días y en menos de un mes hubo dos movilizaciones de ambas fracciones en las que está dividida la CGT en la provincia, una el 14 de febrero y otra más reciente el pasado 7 de marzo.
En sus “Notas sobre Maquiavelo”, el italiano Antonio Gramsci afirmaba que en los regímenes políticos modernos se habían producido “transformaciones en la organización de la policía en sentido amplio, o sea, no sólo del servicio estatal destinado a la represión de la delincuencia, sino también del conjunto de las fuerzan organizadas del Estado y de los particulares para tutelar el dominio político y económico de las clases dirigentes”. Y explicaba de esta manera que “partidos "políticos" enteros y otras organizaciones económicas o de otro tipo deben ser considerados organismos de policía política, de carácter preventivo y de investigación”
Las movilizaciones protagonizadas por ambas centrales sindicales cegetistas no apuntaron contra nadie y se pronunciaron a favor del "salario y el empleo". Justamente hacer abstracción de los responsables políticos permite mantener el equilibrio entre las distintas fracciones de los dirigentes, ya que unos responden al gobierno kirchnerista y otros están alineados con el delasotismo.
La brusca devaluación impuesta por el gobierno nacional tuvo su pico en enero cuando dio un salto del 25%, pero en un año lleva acumulado más del 60%, y está siendo combinada con una política de enfriamiento de la economía. Las consecuencias son la inflación, las suspensiones y despidos que ya sufren los trabajadores.
Las centrales nacionales, tanto las oficialistas como las opositoras, mantienen un inmovilismo cómplice frente a este ajuste ortodoxo. Ante ellas, las CGTs de Córdoba aparecen asumiendo una posición de lucha.
¿Por qué Córdoba hace punta con la salida conjunta de los gremios más importantes, siendo que en la dirigencia nacional prima la "cordura" y la "moderación” frente al mayor ataque que recibe el movimiento obrero en una década?
No es una mayor “conciencia de clase" de la burocracia sindical local, sino una mayor conciencia de su función política.
El "partido sindical", histórico protagonista en la vida provincial, es consciente del momento de debilidad del régimen político, más aguda aún en la ciudad capital, donde se concentra el grueso del movimiento obrero. Su salida es preventiva y de anticipación en el sentido apuntado por Gramsci, en una provincia donde los estallidos "polares" son la forma tradicional de los enfrentamientos entre las clases.
Y esto se demuestra en que mientras se realizan las movilizaciones de los “cuerpos orgánicos” para la repercusión mediática, se firman acuerdos paritarios, como en el caso de los docentes o estatales, que rondaron el 30% y en cuotas, cuando la inflación será del 40% según las estimaciones de las consultoras más conservadoras.
La corporación policial salió en diciembre a imponer su fuerza, sin escatimar medios “radicales” como el impulso a los saqueos, obteniendo una “paritaria express” que ubica sus remuneraciones muy por arriba de los y las docentes, para tomar un ejemplo. El “partido sindical” hace su aporte al orden, conteniendo al movimiento obrero con inofensivas movilizaciones, para evitar su irrupción en tiempos de debilidad política.

Lo que vale de Valeo

Pero lo que demuestra el juego de imágenes de la dirigencia sindical es el conflicto de la fábrica Valeo. Desde el 21 de febrero esta fábrica de ópticas y otras autopartes, proveedora exclusiva de varias de las más importantes terminales automotrices, está paralizada y tomada por los trabajadores y su cuerpo de delegados. El reclamo que desató el conflicto fue lógico y de sentido común; y debería ser una exigencia de todo el movimiento obrero: piden un monto fijo o una recomposición que alivie el salario, licuado por la fuerte inflación de los últimos meses y la devaluación, hasta que se negocien las paritarias de la UOM. La empresa, que había despedido a 20 operarios en diciembre, respondió a este reclamo con la muy “dialogante” determinación de… despedir a otros 45 trabajadores. El paro total y la toma de la fábrica fueron una respuesta a esa prepotencia y provocación de la multinacional francesa. Este lunes 10/3 la fábrica Renault paralizaba sus actividades por falta de piezas que debería proveer Valeo. El anuncio lo hizo el secretario de prensa de SMATA, Leonardo Almada, quien hace tiempo en los hechos se convirtió en “secretario de prensa” de las malas noticias (suspensiones, despidos) de las terminales. 
La última “caravana” de ambas CGTs recorrió calles de la ciudad, hizo actos frente a los supermercados para denunciar a los “formadores de precios”, pero puso la mayor distancia entre su movilización y esta lucha testigo, inédita en los últimos tiempos en el movimiento obrero de Córdoba. Y esto pese a que entre los reclamos estaba la “defensa del empleo”, haciendo alusión a los despidos en las plantas autopartistas. El problema es que los “medios” no están altura de los “fines”. Para defender el salario y el empleo se necesita mucho más que caravanas de los “cuerpos orgánicos” y encendidos discursos para la TV. Para la función del “como sí” y el juego de imágenes de estos dirigentes es más que suficiente. Lo que vale de los trabajadores de Valeo es que muestra otra estrategia y otro camino y dejan al desnudo la diferencia entre las palabras y los hechos.

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