The Scioli situation
El título del post de “Los Galosde Asterix” es provocador y estamos de acuerdo esencialmente con el contenido.
Lo que queremos problematizar acá, para evitar el posible mareo por los cambios
de coyuntura (que en Argentina son constantes “y sonantes”), son los límites o
los determinantes más generales del escenario.
Es verdad que estratégicamente el
gobierno y junto con él todo el régimen político vienen girando a la derecha.
Culminada la primera etapa de la “gran política” del kirchnerismo de restaurar
el orden, la fase superior implica la realización material de la utopía del “país
normal”.
Esto incluye que Cristina suba la
apuesta del gorilismo contra los y las trabajadoras de la educación,
despotrique contra los piquetes y llame a legislar contra la protesta social,
que alguna vez fue la “expresión de las tensiones del crecimiento” y por eso no
debía ser “tan” reprimida. Claro, debe ser porque hoy los piquetes y las
protestas expresan las tensiones del “de-crecimiento” y ya no muestran el “virtuosismo”
de modelo, sino los vicios de sus límites; por lo tanto, leña.
Esto habilita y entusiasma a
Massa para dar un salto hacia su ultraderecha y salir a vomitar toneladas de
lugares comunes contra el ante-proyecto de reforma del Código Penal. Un debate
imposible (otro de los tantos) entre “progres garantistas” que apoyan a un
gobierno que va aceleradamente hacia el ajuste y por lo tanto hacia aumentar
geométricamente las causas profundas del delito; y derechistas “mano dura” que
quieren “profundizar” este proyecto (el de la devaluación, del enfriamiento y
el endeudamiento).
En la discusión sobre la llamada “inseguridad”,
la sociedad argentina (y quizá la mundial) tiene una posición inmediata de derecha.
Y es entendible, aunque no justificable, cuando se trata de la vida o la muerte más o menos
violenta. Quizá la industria cultural y comunicacional haga su aporte con el
bombardeo del crimen y los delitos aberrantes como espectáculo, de manera
inversamente proporcional a la falta de reflexión o discusión sobre los
fundamentos. En última instancia, los que mandan en los medios son tan
capitalistas (y sus elencos de periodistas consagrados), como cualquiera de los
otros, y están interesados en la “seguridad” de sus propiedades y sus bienes. Su programa siempre es más policía y menos pobres a la vista,
para disfrutar en paz y armonía de su vida de lujo en los countries. El kirchnerismo nunca ganó y ni
siquiera se acercó a empardar en esa “batalla cultural”, simplemente porque no
puede resolverse con su “gramscismo” mal entendido, es decir, haciendo
abstracción de las condiciones sociales sobre las que crece y se multiplica el
pequeño y el gran delito.
Ahora, esto no define necesariamente
a la cultura y el pensamiento político de la sociedad argentina en todas sus dimensiones. Alguna vez
leímos a un perspicaz bloguero más o menos kirchnerista, que afirmaba que los
peronistas más inteligentes eran de “centro” (más bien de centroizquierda), no
por ideología, ni principios, ni programa; sino “por promedio histórico”.
Esto quiere decir que estos
ribetes derechistas tienen un límite. La misma sociedad que responde y pide por
abrumadora mayoría más mano dura y menos piquetes; puso en crisis e incluso
provocó caídas de gobiernos (nacionales o provinciales), cuando las fuerzas
armadas del estado se tomaron muy a pecho el discurso y se pasaron de la raya.
Los casos de Kosteky y Santillán son un ejemplo paradigmático, pero también a
su manera Mariano Ferreyra (que obligó a la cárcel de un dirigente sindical) o
Teresa Rodríguez y otros tantos. Incluso ese “promedio histórico”, estuvo corrido a la derecha
en los 90s (ni hablar de la dictadura); pero en la última década giró a izquierda, no olvidemos
que el discurso de “no represión” fue un homenaje a situación general. Con
respecto a esta cuestión, en el espacio político y social que se ubica entre la distancia entre relato y política, el Frente de Izquierda también cosechó una
parte de su caudal electoral.
En el programa económico, la devaluación es ajuste, aunque en cierta medida diferido. La propaganda del 22% del techo a los salarios de los y las docentes es una señal política más que una negociación real, y los gobernadores tienen promediar para arriba, e incluso con mayor oferta sigue el conflicto en la PBA y otras provincias, con ampliación del sector antiburocrático.
Por eso le pifiaría Massa si se
sube a la moto en la que anduvo la oposición burguesa todos estos años y que
fue adquirida en el “pre-2001” y que tan bien le vino al kirchnerismo. Las encendidas declaraciones contra el Código, como antes el pedido de "rebajar salarios", otorgan luz, cámara y acción, pero no necesariamente futuro político.
Y es ahí donde entra el “tiempista” Scioli que
quiere hacer lo mismo que Massa, pero en su justa medida y armoniosamente.
También las encuestas dictan que la
amplia mayoría de la sociedad apoya el relato de Francisco. Loris Zanatta, el
autor del clásico “Perón y el mito de la nación católica”, dice que Bergoglio
apuesta a la batalla cultural, también casi “gramscianamente”, para ganar a los
pueblos que tienen “contextura cristiana”, sin saberlo o sin darse cuenta (sic), algo así como "cristianos silvestres".
Además explica que al ser un “bonaparte” de lujo se puede permitir proponer
soluciones “populistas” que después no tiene que aplicar, total no tiene que
andar pensando en ganar las elecciones o lidiar con parlamentarios. Pagni destaca que es admirador de Liddell Hart y que está a una distancia ideológica
menor de este kirchnerismo maduro y moderado, de lo que los mismos kirchneristas suponían. Este apoyo hacia Bergolgio es una
manifestación distorsionada (como todo, hasta los soviets que son
representación bastante directa, tienen su cuota de distorsión propia de toda representación); del “promedio histórico”
que es un campo de disputa y que no se gana con propaganda, sino con
estrategia, programa y organización (aunque también con un poco de propaganda).
Pero el dato es que al lado de todo esto, La Nación publica una columnita de Scioli sobre Bergoglio, en la edición del día del primer aniversario de Francisco en el poder del Vaticano, cerrando el
círculo de una de las apuestas fuertes de la “tribuna de doctrina”. Scioli y
Francisco son a la vez la constatación y los límites de los ritmos del indiscutible giro a la
derecha.
Todo este juego es posible
mientras se mantenga el precario equilibrio del nuevo consenso pos-devaluación, enfriamiento y ajuste, cuestión que no
está para nada garantizada.
En síntesis: the Macri moment, pero the Scioli
situation.
Al final vamos a fundar la Academia de Inglés Los HDP. Digamos que si Massa es el "Lilito peronista", Scioli sería lo más parecido a Macri dentro del actual peronismo. Muy bueno el plagio de Tarantino (mejor que plagiar a Peter Thomas). Aunque, Mariotto quién sería: el fiambre sin cabeza??
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