Sí, un Papa “garantista”… de un orden en crisis
La función y las intervenciones políticas del papa Francisco son nuevamente motivo de debate. En un artículo de enero pasado afirmábamos: “La experiencias de los gobiernos latinoamericanos de la última década, incluido el kirchnerismo, como procesos de “desvío”, contención e institucionalización pasivizante de movilizaciones y rebeliones populares, fueron útiles para la tarea política de Bergoglio frente a la crisis de la Iglesia. No faltaron quienes compararon los gestos simbólicos de ruptura del protocolo y acercamiento “a la gente”, con los del kirchnerismo de los orígenes, los de Néstor Kirchner. Y hasta llamaron al renunciante Ratzinger, “el Duhalde” de Bergoglio”. (Alfil 6/01/14)
En primer lugar hay que aclarar que el cuestionamiento y la crítica al rol político de la Iglesia Católica como institución en general, y del Papa en particular, no significan -ni mucho menos-, una impugnación facilista de las creencias religiosas de las personas, que respetamos, aunque no compartimos. Justamente culminábamos aquel artículo planteando que la famosa frase de Marx que sentencia que la religión es “el opio del pueblo”, expresaba una compresión mucho más profunda del fenómeno religioso, que una simple impugnación de consigna. Como toda ideología está estrechamente unida a las condiciones materiales de existencia.
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