Oscar del Barco: su moral...y la nuestra
Juan publicó acá, una parte de una reseña que habíamos escrito a propósito de ese intento fracasado de novela que escribió Lanata "inspirado" en esa experiencia y ese debate. Allí damos algunos puntos de vista generales sobre los déficit que veíamos en la discusión, tanto del lado de quienes atacaban o defendían a Del Barco y al EGP y viceversa.
Acá exponemos algunos elementos más a partir de la re-lectura de algunos clásicos de León Trotsky sobre la cuestión.
Acá exponemos algunos elementos más a partir de la re-lectura de algunos clásicos de León Trotsky sobre la cuestión.
Es interesante la afirmación de Del Barco en aquella primera carta, donde confiesa que "Gelman y yo fuimos partidarios del comunismo ruso, después del chino, después del cubano, y como tal callamos el exterminio de millones de seres humanos que murieron en los diversos gulags del mal llamado "socialismo real". ¿No sabíamos? El no saber, el hecho de creer, de tener una presunta buena fe o buena conciencia, no es un argumento, o es un argumento bastardo. No sabíamos porque de alguna manera no queríamos saber. Los informes eran públicos. ¿O no existió Gide, Koestler, Víctor Serge e incluso Trotsky, entre tantos otros? Nosotros seguimos en el Partido Comunista hasta muchos años después que el Informe-Krutschev denunciara los "crímenes de Stalin".
La mayoría de quienes respondieron a Del Barco, centraron su foco en las provocaciones del tipo "no hay diferencia entre Videla y Santucho", pero poca atención se prestó a problematizar esta confesión.
Del Barco pretende redimirse de sus gruesos errores (y horrores) políticos aferrándose a un principio moral abstracto y presuntamente universal, que "nace de adentro" nos dirá el filósofo: el "no matarás".
Pero lo que no se explica es el hilo conductor que une al "joven (e incendiario) del Barco", con el "bombero" del hoy. Del Barco moraliza su balance para despolitizarlo. Es decir no entendió nada de política revolucionaria ni ayer, cuando apoyaba fervientemente aventuras como las del EGP, ni hoy, cuando combate religiosamente cualquier proyecto emancipatorio.
Y cuando parece que hace una autocrítica "severa", termina licuando su propia responsabilidad con otra generalidad: "fuimos todos", es decir, no fue NADIE. Y mientras el filósofo hoy practica la experiencia "post-humana" ayudado con el peyote y el LSD (que no juzgamos moralmente, ni mucho menos), el mundo sigue hundido en la barbarie de la pobreza universal, la explotación, las guerras y las masacres. Y aquella generación heroica que luchó por trasformarlo, no merece de parte del filósofo, ni siquiera el esfuerzo intelectual de pensar las profundas causas de la derrota, ya que elige el refugio tibio de una nueva religión nihilista y post-moderna.
Sobre estos personajes moralizadores que abundaron en la historia, León Trotsky nos explicaba, no sólo su base social, sino también política y hasta psicológica que, no por causalidad, coinciden casi exactamente con nuestro filósofo. Es que por más que Del Barco haya renegado de cualquier tipo de marxismo, no por eso el marxismo deja de explicar a los "Del Barcos". Dice LT, "Al repetir, a su manera, los Diez Mandamientos o el Sermón de la Montaña, esos moralistas se dirigen, no tanto a la reacción triunfante, cuanto a los revolucionarios perseguidos por ella, quienes, con sus "excesos" y con sus principios "amorales", "provocan" a la reacción y le proporcionan una justificación moral. La base de esta prédica falsa y ampulosa la constituye la pequeña burguesía intelectual. La base política con la impotencia y la desesperación ante la ofensiva reaccionaria. La base psicológica se halla en el deseo de superar el sentimiento de la propia inconsistencia, disfrazándose con una barba postiza de profeta".(León Trotsky, "Su Moral y la Nuestra", 1938)
Del Barco dice que el imperativo moral "no matarás" es "un mandato que no puede fundarse o explicarse, y que sin embargo está aquí, en mí y en todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser sin ser"
Sobre estas presuntas "normas universalmente válidas" de moral, que predicaron siempre los moralistas seculares, LT explicó que tienen un valor muy limitado en una sociedad divida en clases, donde la mentira y la violencia, son un producto de la naturaleza del desarrollo histórico de estas sociedades que tienen su motor en la lucha de clases.
Del Barco dice que el imperativo moral "no matarás" es "un mandato que no puede fundarse o explicarse, y que sin embargo está aquí, en mí y en todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser sin ser"
Sobre estas presuntas "normas universalmente válidas" de moral, que predicaron siempre los moralistas seculares, LT explicó que tienen un valor muy limitado en una sociedad divida en clases, donde la mentira y la violencia, son un producto de la naturaleza del desarrollo histórico de estas sociedades que tienen su motor en la lucha de clases.
"Sin embargo, la mentira y la violencia, ¿no deben condenarse "en sí mismas"? Seguramente, deben condenarse, y al mismo tiempo, la sociedad dividida en clases, que las engendra. La sociedad sin contradicciones sociales será, claro está, una sociedad sin mentira ni violencia. Sin embargo, sólo podemos tender hasta ella un puente por virtud de métodos revolucionarios, es decir, métodos de violencia. La revolución misma es producto de una sociedad dividida en clases, y de ello lleva necesariamente impresas las huellas. Desde el punto de vista de las "verdades eternas", la revolución es, naturalmente, "inmoral". Pero eso sólo significa que la moral idealista es contrarrevolucionaria, es decir, se halla al servicio de los explotadores" (Idem)
El estalinista que ayer siguió en el Partido Comunista a pesar de las purgas, el gulag y los "crímenes de Stalin", después rompió impactado de su propio reformismo, para buscar un atajo en la aventura de un proyecto cuasi-infantil, siguiendo mecánicamente una moda, más que un proyecto político; luego se fue a la rastra de la izquierda peronista; hoy termina convertido en un decadente filósofo post-moderno, que acusa a todos los revolucionarios de la historia por los resultados de su triste itinerario. Se cobijó bajo el estalinismo cuando hegemonizaba a la izquierda mundial basado en las sucesivas derrotas y traiciones de las revoluciones del siglo XX , bajo el guerrillerismo cuando se hizo moda en latinoamérica, sin explicar los motivos de sus escasos triunfos y sus masivas derrotas y, por último, bajo el posmodernismo individualista, cuando se impuso una derrota mundial y una época de restauración, producto y responsabilidad en gran parte, de las direcciones que nuestro filósofo apoyó política y moralmente durante gran parte de su vida. Esta inconsistencia, que hoy intenta simular bajo la "barba postiza de profeta", tuvo igualmente una coherencia: la condena al marxismo revolucionario, es decir al trotskysmo. Al principio seguramente con la acusación no muy "moral" de "agentes de la CIA", cuando el filósofo respondía obedientemente a la política podrida de la burocracia del Kremlim, después muy probablemente con el mote de "reformistas" y "pacifistas" que no quieren "agarrar los fierros", cuando era base urbana de la aventura del EGP. Y finalmente termina afirmando hoy que son tan "asesinos" como Stalin.
Hasta acá con Del Barco, sin embargo " ¿Eso significa, a pesar de todo, que en la lucha de clases contra el capitalismo todos los medios estén permitidos: la mentira, la falsificación, la traición, el asesinato, etc.? — insiste todavía el moralista. Sólo son admisibles y obligatorios— le responderemos—, los medios que acrecen la cohesión revolucionaria del proletariado, inflaman su alma con Un odio implacable por la opresión, le enseñan a despreciar la moral oficial y a sus súbditos demócratas, le impregnan con la conciencia de su misión histórica, aumentan su bravura y su abnegación en la lucha. Precisamente de eso se desprende que no todos los medios son permitidos. Cuando decimos que el fin justifica los medios, resulta para nosotros la conclusión de que el gran fin revolucionario rechaza, en cuanto medios, todos los procedimientos y métodos indignos que alzan a una parte de la clase obrera contra las otras; o que intentan hacer la dicha de las demás sin su propio concurso; o que reducen la confianza de las masas en ellas mismas y en su organización, substituyendo tal cosa por la adoración de los "jefes".(Idem)
Es por esto que los trotskystas, sin negar el heroísmo de muchos militantes guerrilleros, cuestionamos "moralmente" la estrategia foquista y la cuestionamos moralmente, porque la criticamos políticamente, por varias razones de máxima importancia. Nuevamente Trotsky, debatiendo con los anarquistas terroristas, planteaba elementos que son asimilables a las experiencias foquistas "Los profetas anarquistas de la "propaganda por los hechos" pueden hablar hasta por los codos sobre la influencia estimulante que ejercen los actos terroristas sobre las masas. Las consideraciones teóricas y la experiencia política demuestran lo contrario. Cuanto más "efectivos" sean los actos terroristas, cuanto mayor sea su impacto, cuanto más se concentre la atención de las masas en ellos, más se reduce el interés de las masas en ellos, más se reduce el interés de las masas en organizarse y educarse.(León Trotsky, Acerca del Terrorismo, Archivos MIA)
Por último, "Por supuesto, sería fácil juntar una docena de citas de la literatura socialrevolucionaria (o foquista) para demostrar que ellos no plantean hacer terrorismo en lugar de la lucha de masas, sino junto a las mismas. Pero éstas sólo atestiguan la lucha que los ideólogos del terror han debido librar contra los marxistas, ideólogos de la lucha de masas. Ello no cambia las cosas. El trabajo terrorista (o foquista), por su propia esencia, exige tal concentración de energías para el "gran momento", tal sobreestimación de la significación del heroísmo individual y, por último, una conspiración tan hermética que -psicológica si no lógicamente- excluye totalmente el trabajo organizativo y la agitación entre las masas (Idem).
Cualquiera que estudie la trágica historia del EGP, puede darse cuenta que tuvo varios de estos elementos (con sus propias particularidades), donde se destaca el desprecio por el trabajo revolucionario entre las masas.
Nuestro cuestionamiento político (y por lo tanto moral) a estas experiencias se basa en nuestra confianza en las potencialidades revolucionarias históricas del movimiento obrero y de masas como, sujeto revolucionario en las modernas sociedades capitalistas, uno de los fundamentos básicos del marxismo. Claro que estamos en las antípodas de la condena "moralizante" de los "Del Barcos", pero no por ello nuestra crítica política y moral será menos rigurosa, cuando se trata de una cuestión tan seria como la estrategia, el programa y los métodos para el triunfo de la revolución.
La moral no puede separarse de la política y de la estrategia, así como los medios no pueden separarse de los fines. Y están justificados, desde el punto de vista marxista, si logran unificar, cohesionar y elevar la conciencia y la organización de la clase obrera y los explotados, en la lucha por su liberación.
Nuestro cuestionamiento político (y por lo tanto moral) a estas experiencias se basa en nuestra confianza en las potencialidades revolucionarias históricas del movimiento obrero y de masas como, sujeto revolucionario en las modernas sociedades capitalistas, uno de los fundamentos básicos del marxismo. Claro que estamos en las antípodas de la condena "moralizante" de los "Del Barcos", pero no por ello nuestra crítica política y moral será menos rigurosa, cuando se trata de una cuestión tan seria como la estrategia, el programa y los métodos para el triunfo de la revolución.
La moral no puede separarse de la política y de la estrategia, así como los medios no pueden separarse de los fines. Y están justificados, desde el punto de vista marxista, si logran unificar, cohesionar y elevar la conciencia y la organización de la clase obrera y los explotados, en la lucha por su liberación.
...en realidad esta crítica a Del Barco esta muy mal planteada y plagada de acusaciones de mala leche. Como si le quisieran pegar por deporte en ves de agradecerle, primero, el haber traducido y publicado tantos escritos marxistas que podemos hoy leer. Si somos serios, el contexto de la discusión es que Del Barco le apunta a la política trucha del scottismo universitario, esa que condecora a troche y moche para blanquear la "gestión", como pasó con Evo Morales...Y ahí hay que reconocerle al viejo que en eso, pateó el tablero como nadie. A Gelman, ultraK y escriba del Página 12, nadie salió a cruzarlo, al revés, todos lo aplaudieron empujándo a la soberbia scottista hasta el cielo. Por otra parte, y esto es más profundo, la izquierda debe darse cuenta de que: 1) Del Barco es uno de los pocos tipos en Argentina que PIENSA lo que dice. Por eso generó tremendo debate con el NO MATARÁS. 2) Se arrepiente, pide perdón, dice que se equivocó (quién, desde la izquierda actual, dijo algo semejante??...nadie!!), 3)Ese perdón es muy posterior al escrito de Trostky sobre la moral, de manera que habría que contemplar las atrocidades de los regímenes socialistas para comprender el sentido de ese perdón, y ni hablar del fusilamiento de compañeros por el EGP. Sino, el comentario en base a las citas de TRotsky es simplemente apologético y anacrónico.
ResponderEliminar4)lamentablemente este artículo supone que la gente tiene trayectorias coherentes o no, desconociéndo que las elecciones políticas no son un rasgo predeterminado a la clase social ni obedecen a ninguna patología psi (existen trostkistas psicóticos, depresivos, megalómanos, etc., como en cualquier grupo humano), es decir, que la gente sea antes algo y luego otra cosa solo superficialmente es explicable. 5) la moral es cosa de los tiempos...la inmanencia aparente del "no matarás" es igualmente reprochable al decirse "soy revolucionario" en la actualidad...
Anónimo:
ResponderEliminarEn primer lugar parto de lo que tenemos acuerdo, yo no defiendo a Gelman y menos a Scotto y su política K de maquillaje con los DDHH...Simplemente salió el hecho de Gelman sacó a la luz nuevamente, el debate "No Matarás"...
No se donde está la "mala leche"...Todo lo que se plantea del itineriario de Del Barco es completamente demostrable. Pertenezco a la corriente que fue perseguida y asesinada por el stalinismo (con el apoyo de Del Barco) y hoy iguala a Trotsky y Stalin, muy suelto de cuerpo.
Por último el texto de Trotsky es de 1938, había vivido las purgas, los juicios de Moscú, los campos de concentración y cuando termina el libro se lo dedica a su hijo, porque se había enterado que murió, perseguido (y asesinado?) por el estalinismo. Así que había vivido bastante las "atrocidades de los regímenes socialistas", y quizá fuenuno de los que más las sufrió, lo que no convirtió en un renegado de la noble causa del socialismo, aceptando este sistema social como lo único posible.
Pero además, el "prinicpio" que plantea Del Barco ("no matarás"), ya había sido planteado por otros tantos, antes, durante y después de Trotsky...Por eso consideré que el texto tenía vigencia para refutar los antiquísimos plantetos de Del Barco
coincidimos en no ser renegados de una noble causa, en esa vamos juntos, pero hay que ser más precisos. A las causas las llevan los hombres y ahí entramos en la realidad concreta. por otra parte, decir que alguien va a la rastra, que es decadente, etc. no sólo son acusaciones chotas de las que no te hacés cargo (o no sepultaríamos toda la "moral" trotskista con Kronstad?) sino que marcan una imágen podrida del otro cuando en realidad, si te tomás el trabajo de leer sus textos más viejos, su proceso de ruptura es hacia la teoría y práctica de la izquierda que existió. Trotsky sufrió todo eso, sin dudas, pero luego vino más y por todo el mundo, y ahí sufrieron millones más...Así cualquier proyecto de sociedad es inimputable de la Historia, total, hasta uno se puede mantener fiel al más acérrimo neoliberalismo con ese criterio. Del Barco rompió, con total derecho, y esa es otra opción igualmente fuerte. Queda en vos profundizar los textos de Del Barco y modificar la táctica polémica, y de paso verás que a la noble causa el tipo nunca la abandonó.
ResponderEliminarAnónimo: vos practicas una especie de "relativismo ideológico", donde todo está justificado. Pasado y Presente, en política fue completamente ecléctico (pro-guerrilleros, pro-obreristas, pro-montonero, pro-alfonsinistas),todo eso después de haber sido largo tiempo buenos estalinistas, ahí hay una historia política CONCRETA, y Del Barco fue parte de esa historia. Para vos tiene "total derecho" a todo eso y después terminar con el facilismo de "fuimos todos asesinos" y "Lenín, Trotsky, Mao o el Che, es lo mismo que Videla, Hitler" etc etc. El estalinismo fue una contrarrevolución "contra" Lenín y Trotsky...Cualquier tipo "noble" u con honestidad intelectual, debería ver primero este problema. Para vos Del Barco, puede decir esas barbaridades, igualar a los esclavistas, con los esclavos, a los explotadores con los explotados, a las víctimas con los asesinos; y te ofendés cuando se dice que eso es un poco "decadente"...
ResponderEliminaro sea, si hay que matar, ¿matamos?
ResponderEliminares moral, pura moralina, la misma de siempre...tan cristiana
ResponderEliminarEl violento oficio del predicar convicciones... Mi buen amigo Rosso, usted, tan crítico del cristianismo, dígame: ¿para qué este blog sino para evangelizar? Porque lo que puede discutir un principista tan ajeno a la triste decadencia posmo son pormenores, porcentajes, estadísticas.
ResponderEliminarLe recomiendo que abandone este término, el de "crítica", porque es la puerta por donde se le pueden colar los relativistas, los incoherentes y tantos otros pusilánimes.