Congreso del PJ: Perón, la juventud y La Cámpora
Fernando Rosso
@RossoFer
Casi promediaban los años setenta, cuando en un reportaje periodístico, el General Juan Domingo Perón explicaba “(…) y los muchachos son los que han de realizar, no el trasvasamiento generacional de un partido político, que no tiene ninguna importancia. (sino) El trasvasamiento generacional de la Nación Argentina”. Antes había relatado un diálogo que tuvo con representantes de la juventud del Movimiento Peronista: “Ustedes están en el partido político peronista, partido político que ya, a la medida de ustedes no les va a servir (…) a la juventud hay que tenerla aparte y no contaminarla”. Y terminaba con una de sus típicas anécdotas, reales o inventadas, -en todo caso siempre verosímiles- y que llevaban implícito un mensaje político, bajo la forma de una advertencia: “la juventud se ha exacerbado un poco, por eso que decía Chou En Lai, la juventud es maravillosa pero no hay que decírselo. Dios me libre si se lo decimos todos los días”. (Reportaje de TV realizado a Juan Perón el 3 de septiembre de 1973, por los periodistas Roberto Maidana, Jacobo Timerman y Sergio Villarroel http://bit.ly/1fWWHof)
La Cámpora se incorporó de lleno a los órganos de conducción del Partido Justicialista. Se quedó con la vicepresidencia cuarta, en manos del diputado Eduardo "Wado" De Pedro, además de siete secretarías: Ottavis (General), Mayra Mendoza (Mujer), Luz Alonso (Juventud), Juan Cabandié (Derechos Humanos), Gervasio Bozzano (Adoctrinamiento), Santiago Carreras (Prensa) y Mariano Sánchez (Inclusión). Sumando dos cargos más, que quedaron en manos de personas afines, La Cámpora se quedó con 9 de las 37 secretarías de la conducción nacional del PJ.
¿Triunfo de un trasvasamiento generacional versión siglo XXI o consumación final de la pejotización de la agrupación juvenil? Es decir, una transfiguración que significa lisa y llanamente su muerte.
"La Cámpora ya no existe más, llamanos la juventud”, afirmó exultante a la salida del congreso José Ottavis, diputado bonaerense, y uno de los integrantes de la agrupación kirchnerista. No es casualidad que el más entusiasmado en salir a certificar públicamente la defunción de La Cámpora, haya sido quien junto con Mayra Mendoza -hoy flamante secretaria de la Mujer-, fuera de los llamados “impuros” entre los camporistas. “José empezó a militar con nosotros en el duhaldismo a mediados de los años noventa (…) Comenzó haciendo pintadas en las internas que jugaba Fernando “El Pato” Galmarini (suegro de …ejem, Sergio Massa NdR) referente de la Liga Federal del PJ bonaerense. Igual que nosotros, se alineaba con Galmarini, que en los noventa respondería alternativamente a Menem y a Duhalde – recuerda Daniel Barboza, quien por entonces era un joven peronista y que hoy sigue integrando el PJ bonaerense”. (Laura Di Marco, “La Cámpora”, Sudarmericana 2012). Mayra Mendoza, provenía del otro tronco de la llamada “vieja política”, comenzó a militar en el radicalismo de Quilmes, junto a las hijas de Leopoldo Moreau, hasta que dio el salto al kirchnerismo. En sus respectivas biografías públicas ambos “olvidaron”, hasta ahora, esos tramos de su itinerario político. Evidentemente nunca los había aquejado el mal borgeano de Funes (el memorioso), condenado a la cárcel de su memoria infalible y terrorífica. Ahora, encumbrados en la cima del partido peronista podrán hacer justicia y restaurar aquellos “días de perro” y de servicios a los barones rosqueros de la Mazorca bonaerense, ya sea en su versión peronista o boina blanca. Años negros, de derrota, reinado de la cultura individualista, cuando el sector sano de la juventud resistía bajo alguna forma de militancia social, política o cultural; y cuando aquellos que en el conurbano tenían la audacia de acercarse a “colaborar” en el radicalismo o el peronismo, era porque ya le habían dado temprana forma al clásico espíritu del trepador.
La biografías que habría que empezar a olvidar son las de los presuntamente “puros”, entre ellos “Wado” de Pedro, Mariano Recalde, Julián Álvarez, el fallecido Ivan Heyn o “Patucho” Álvarez, varios que en el año 1999 estuvieron entre los organizadores del llamado “Movimiento 501”. “Anarquistas cibernéticos, mayoritariamente estudiantes universitarios que comenzaron a militar en listas llamadas independientes. Rebeldes ¿con causa? Ellos se autodenominan colectivo 501. Y organizaron para hoy un viaje en tren, con la intención de estar fuera de la Capital Federal y no votar”. (“Algunos se fueron lejos para no votar, Clarín 24/10/99 http://clar.in/1jdNyT4). Los partidos políticos son una mala palabra para ellos, afirmaba la crónica del momento sobre estos jóvenes que aceptaron imprudentemente el mote de “neo-anarquistas” (con perdón de Radowitzky). El nacido en cuna estalinista y ex alumno del Nacional Buenos Aires que comenzó hace tiempo a comerse la “s” para ser aceptado en el mundo peronista, Andrés “Cuervo” Larroque, junto a Juan Cabandié y Axel Kicillof completaban la lista de los referentes de la agrupación juvenil, que tiene escasa trayectoria de lucha y abundancia en cargos públicos en la década ganada. Si en términos gramscianos, algo tuvo de “revolución pasiva” el kirchnerismo; los representantes de esta vertiente de “La Cámpora” son el modelo del “trasnformismo”, o traducido al lenguaje político argentino: del “transfuguismo”.
La estrategia de mansa subordinación ya había sido adelantada en las elecciones del PJ de la Capital, donde una lista única de La Cámpora junto a reconocidos “pibes para la liberación”, como Victor Santamaría y Andrés Rodríguez de UPCN, se había quedado con los puestos de conducción.
La “Fuerza Propia”, como llamó a su reciente libro la periodista Sandra Russo, mutó en hipoteca ajena al servicio de la reconstrucción del “pejotismo” y sobre todo de quien aparece con las mayores chances de imponerse en la interna y pelear el triunfo peronista en 2015, el nuevo comandante: Daniel Osvaldo Scioli, y detrás suyo los gobernadores de las provincias feudales, los “barones” de Buenos Aires y la eterna burocracia sindical.
La reconstrucción de un menemismo + asignación universal y relato de derechos humanos (haciendo abstracción de la inflación que liquida la primera y Milani al segundo).
"Hoy parece que el PJ abarca todo, pero hay que ver si los pibes se sienten tan representados", afirmó Máximo Kirchner, cuando “rompió el silencio” y fue tan aburrido como cuando lo mantenía. Y sí, después del Congreso del PJ, habrá que ver si los pibes se sienten tan representados.
La involución desde las 60 mil personas que en abril del 2012 reunieron los Unidos y Organizados en Vélez, a las poco menos de 10 mil que días pasados se juntaron en La Matanza, refleja más o menos proporcionalemente la decadencia del kirchnerismo “puro” y su subordinación mayor al peronismo tradicional.
“A menudo hemos observado cómo jóvenes entusiastas, inclinando la cabeza, se convierten en oportunistas; cómo ultraizquierdistas desengañados pasan, en corto tiempo, a ser burócratas conservadores, así como personas que están “por fuera de la ley” (incluso a 501 km. de “la ley” NdR) se transforman en excelentes gendarmes. (León Trotsky, Julio 1938 http://bit.ly/1l88897 ).
La Cámpora realizó el último movimiento en el largo proceso de restauración que llevó adelante el kirchnerismo; con este paso sale del medio una tramposa mediación política que pretendió expropiar y bastardear banderas históricas de luchas, tradiciones y combates caros a los sentimientos de una parte de la juventud que en la Argentina pos-neoliberal y pos-2001 buscó un lugar donde depositar sus esperanzas. Y todo fue al servicio de la trama acomodaticia de sus ya no tan jóvenes dirigentes, junto a los restos de un viejo peronismo sin principios, ni escrúpulos.
Los consejos de conducción al servicio del orden que daba Perón, indicaban que es lo que no había que hacer, si se pretendía evitar el derrumbe político inmediato de la juventud. Tampoco sirvió la receta, unos meses después expulsaba violentamente a los “imberbes” de la plaza. El kirchnerismo opta por el camino menos heroico, aunque con las mismas consecuencias (“todo el poder al peronismo conservador"), el de la deshonrosa fundación de los UyC (“Unidos y Contaminados”).
Si el “Tío” fue el presidente que no fue; La Cámpora y su inventada aura de un setentismo de bajas calorías, que confirmando la teoría de Balglini aumentaba exponencialmente su moderación a medida que se acomodaba en el poder; se convirtió siguiendo la tradición, en la juventud que no fue.
En síntesis: La Cámpora ya fue. Paso a la juventud.
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