Córdoba: sindicatos y régimen político



El paso por Córdoba también nos dejó algunas reflexiones sobre el régimen político, los partidos y la situación general.

El protagonismo político de los dirigentes que provienen de los gremios demuestra el peso del “partido sindical”, en el marco de un régimen muy desprestigiado. Santiago Clavijo, de Luz y Fuerza es legislador provincial (entró por el Frente Cívico de Luis Juez), al igual que José Pihen del SEP (estatales) que hizo su ingreso en las listas delasotistas. Walter Grahovac, proveniente de la UEPC (docentes) es Ministro de Educación y hasta hace poco, Omar Dragún de SMATA, era Ministro de Trabajo (reemplazado por Adrian Brito, de Canillitas). Hasta hace dos años, quien era Secretario General de la UOM, Augusto Varas, fue también legislador provincial por el juecismo.

Todos estos dirigentes sindicales tienen diferencias con los referentes que hay en el Congreso Nacional porque no son figuras secundarias (Pihen y Dragún son secretarios generales, Grahovac lo fue en docentes). Cualquier confundido puede pensar que el delasotismo instauró una especie de gobierno de “frente popular” o que el régimen tiene esas características.

No es así, obviamente. Pero en principio esto es una manifestación distorsionada en la superestructura del régimen del peso del movimiento obrero, es un homenaje a su indiscutible presencia en la vida social y política provincial. Y a la vez habla de la importancia estratégica de la burocracia sindical para el sostenimiento del orden en Córdoba.

Los números de la última elección muestran un gran desprestigio de los partidos tradicionales. Un aparato de caudillos “conservadores populares” (apuntalados por el boom sojero) en los pueblos del interior y la burocracia sindical en la gran ciudad, son los “poderes reales” sobre los que se sostiene la estabilidad.

Córdoba está entre las provincias donde más bajó el consumo de supermercados, más de 7%, además de estar entre 21 de las 24, que se encuentra en recesión. El malestar y la crisis social se expresan en “los bordes” de la sociedad civil, entre el precariado y los ni-ni que conformaron ese fenómeno masivo de “los pibes de la gorra”. 

En el movimiento obrero industrial se manifestó como “estallidos”, como en su momento fue la huelga histórica de Arcor, la reciente lucha de Valeo e incluso la de Weatheford. Una clase media bastante gorila con perfil sojero, completa el cuadro social.

Como en todos lados existe un férreo control policial de las burocracias sindicales, que complementa el control policial de la juventud precaria.

En Córdoba, la burocracia también se apoya en el atraso político-cultural, propio de lo que la provincia todavía conserva de “ciudad de frontera”. Y el uso y abuso de la “causa” contra el centralismo porteño. En las elecciones de delegados de Volkswagen, algunos obreros afirmaban que no se podía responsabilizar a los dirigentes locales, ya que las paritarias se negociaban en Buenos Aires. Una forma de darle al conservadurismo, un fundamento contra la “opresión” centralista. Así como De la Sota usa la causa contra el centralismo recaudatorio (que existe realmente) para encubrir su política, también usufructúan ese aspecto algunos dirigentes sindicales. En los años 60s/70s, según Mónica Gordillo, este elemento fue un factor para la “autonomía” de los sindicatos líderes que permitió cierta independencia del movimiento sindical de Córdoba, con respecto a las cúpulas de Buenos Aires. Pero existe un uso reaccionario que desvía las responsabilidades y las culpas hacia los otros.

Estrategias 

Frente a esta situación, para desarrollar una izquierda clasista en el movimiento obrero, a grandes rasgos hubo hasta ahora dos estrategias. Una que buscó un atajo de acuerdos con caudillos, algunos semi-burocráticos, para atraer “desde arriba” al movimiento obrero hacia el programa de la izquierda.

Otra -para nosotros más correcta-, que siendo parte orgánica de los combates que se presentaron, logró reclutar individuos y sectores de vanguardia con experiencia en luchas dadas en difíciles condiciones (por lo descrito más arriba). A esta estrategia hay que complementarla con una acumulación por todas las vías (social y política, no reducida a lo sindical o a las luchas) con plena conciencia de la función estratégica que cumple la burocracia sindical. Los asalariados estatales (como docentes, trabajadores de la salud, o Luz y Fuerza), donde el totalitarismo sindical no es de la magnitud de la industria, pueden cumplir un rol muy importante en esta acumulación. El impulso a la juventud, con una fracción hacia la juventud trabajadora, agraviada por la opresión y represión, también es una puerta de entrada a un nuevo movimiento obrero reconfigurado.

Para el PTS en particular, la asunción de la banca en la legislatura puede fortalecer esta perspectiva abriendo la posibilidad de complementar el trabajo desde abajo sobre el movimiento obrero, con una lógica que vaya “de lo político a lo sindical”, en el marco de una construcción que apunte al desarrollo estructural, hacia donde siempre direccionó  su estrategia. Determinando cuáles son los eslabones fuertes y débiles, tomando al movimiento obrero de conjunto.

Pero el reconocimiento consciente de la función nodal que cumple la burocracia sindical, hace que la tarea de “recuperar los sindicatos” requiera de una acumulación amplia en el movimiento obrero y en la militancia de izquierda que permitan resignificar los combates dados hasta ahora.



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