La socialdemocracia alemana, el peronismo y la "contención"
Quizá el "partido de la contención" por excelencia del siglo XX haya sido la socialdemocracia alemana. El partido ejemplo y guía del movimiento socialista de la II Internacional, la herramienta poderosa y ejemplar que llevaría a la clase obrera al poder. Cientos de periódicos y diputados, afiliados y votos por millones. Un inmenso aparato que algunos no dudaron en definir, no como un partido más, sino como la misma "forma de vida" de la clase obrera alemana. Y finalmente se convirtió (confirmando las leyes de hierro de la dialéctica) en su contrario, el más conservador y el mejor garante del orden, cuando la burguesía así lo necesitó. Después del 4 de agosto comenzó a cumplir el rol de "policía interna" de control de la clase obrera alemana y cuando llegó a ser estado, fue uno de los principales engranajes en la liquidación la revolución, después de la guerra.
Un gran historiador explica las causas de este espectacular fenómeno:
"La transformación económica de Alemania, la relativa paz social en Europa – interrumpida sólo por la llamada revolucionaria de 1.905 en el imperio ruso,– los progresos de la legislación social, estas conquistas de la socialdemocracia y de los sindicatos, las esperanzas de ascensión social, de éxito individual que ofrecen a los proletarios capaces las organizaciones obreras y su universo cerrado, han nutrido las tendencias revisionistas, fundamentalmente opuestas a las de Marx, notoriamente la de un movimiento socialista nacional donde la suerte material del obrero parece ligada a la prosperidad de los negocios de ”sus” capitalistas, donde el nivel de vida de la clase obrera alemana parece condicionado, en consecuencia, por la apertura de nuevos mercados; es decir, en definitiva, por la expansión imperialista alemana. Después de Bernstein, pero con mucha más brutalidad y cinismo, sin el idealismo y las preocupaciones morales que lo animaban, se desarrollan desde ahora perspectivas similares aplicadas por representantes de la corriente que Charles Andler bautiza como "neo-lassalianos”, ”socialistas” para quienes la clase obrera es solidaria del capitalismo (...) (Pierre Broue, La Revolución Alemana)
Sobre este partido, su política y su filosofía conservadora, Walter Benjamín sentenció: "No hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora alemana que la idea de que ella nada con la corriente"
El peronismo y la contención
Podemos parafrasear a Benjamin y decir que "no hay nada que haya confundido más a algunos peronistas que la idea de que nadaban con la corriente". Cierta ideología y filosofía peronista afirma que existe un "instinto" o una naturaleza propiamente nacional de la clase obrera y el pueblo argentino de los cuales el peronismo es el mejor intérprete. Donde los trabajadores "por naturaleza", tienen modestas aspiraciones, sólo de control y moderación del capital, a través de las "cajas", el territorio y los sindicatos.
Entonces los peronistas autocumplen su profecía, controlan a través de la coacción (que no es represión, ni consenso, sino quizá ambas cosas a la vez) el territorio y la fábrica. Todo este andamiaje, hace al partido de la contención, que junto con las fuerzas policiales son las verdaderos "factores reales de poder". De control policial de "investigación" preventiva (Gramsci), en tiempos de paz y de represión estatal y para-estatal abierta en tiempos de crisis y lucha de clases. Los aspectos "consensuales", que existen, hay que tenerlos en cuenta en el marco de esta arquitectura de poder.
Quizá, en esta cuestión del poder (hay alguna más importante?), está la diferencia esencial que tenemos con los compañeros peronistas, donde ellos ven una cosa, nosostros vemos exactamente lo contrario, el resto son apenas matices de distintos clivajes "culturales" ;). Cuando ellos creen que son "el movimiento mismo" del los trabajadores en su forma criolla, nosotros vemos que son un aparato conservador y de orden, que controla abierta o preventivamente las tendencias a la insubordinación obrera y popular.
Socialdemocracia y peronismo: coincidencias "lasalleanas"
En el famoso debate sobre la "huelga general" de la socialdemocracia alemana, de principios del siglo pasado, los nuevos "lasalleanos" que tomaron la dirección del partido, le decían a Rosa Luxemburgo que en realidad propiciaba un "caos general" con su infantilismo izquierdista. Que la "vieja táctica probada" del sindicalismo y parlamentarismo, debía ser la orientación "madura" del movimiento obrero. Y de alguna manera la mandaban al "pelotero" (como diría el "compañero" Manolo Bargue). Esta misma "gente seria", con un fuerte apoyo en la fracción sindical del partido, no dudó en mandar a asesinar a Rosa Luxemburg, la misma noche que a Karl Liebnecht, cuando salió tardíamente a disputar la dirección real del movimiento obrero.
También hay que decir que la cuestión del espontaneísmo cobró valores concretos y tuvo consecuencias en la política y hasta en la revolución misma. En la afirmación de Rosa de principios de siglo, cuando decía que la socialdemocracia no era la representación de la clase obrera, sino el "movimiento mismo de la clase trabajadora", estaba la concepción desde la cual batallaría por mantenerse dentro de la socialdemocracia sin construir una fracción alternativa, hasta el mismo momento en que se le hizo imposible. En las disputas contra el centralismo y el fraccionalismo de Lenín, estaba el eslabón débil de su pensamiento y su mirada de "águila": el espinoso problema del equilibrio entre la espontaneidad y la dirección consciente. Los peronistas dirían que nunca quiso salir del "pelotero", dentro de una impotente "izquierda leal". Eso sí, aquellos "neo - lasalleanos", cuando los espartaquistas salieron al ruedo, a disputar el poder real, no dudaron en dar la orden a su "Triple A". Dicen que Gustav Noske, ministro socialdemócrata del Ejército alemán y uno de los responsables de los asesinatos confesó: "Es preciso que alguien sea el perro policía"
Kirchnerismo, peronismo y contención
¿Qué tiene que ver esta historia de la socialdemocracia con los actuales debates con los peronistas?. En muchos aspectos en nada y en algunos esenciales en todo.
En última instancia la discusión con Artemio López, es en esencia la misma que se plantea con Manolo Bargue., aunque provengan de distintas "culturas peronistas". Y es una discusión histórica en el movimiento obrero y popular. Masividad vs. vanguardia, "pelotero" vs. "poder real". Y gran parte de la tragedia de la izquierda argentina (y en eso algo de razón tienen los peronistas) está en los "zig zag" entre recluirse en el "pelotero" o adaptarse al "poder real". Los límites de varias experiencias "clasistas" son un ejemplo de "izquierdismo", la adaptación de tanta izquierda al peronismo, son otro ejmplo, opuesto en la forma, pero similar en el contenido. El sindicalismo, incluso radicalizado, el guerrillerismo vanguardista son exponentes extremos del "no combate" a los centros de gravedad de los "factores reales de poder".
Lasalle y su estrategia de "poder organizado", admirado por Manolo Bargue, es el gran punto de encuentro entre peronistas y socialdemócratas. En la mecánica de la contención y en los métodos de control "modernos" es donde se encuentran las mayores similitudes entre ambos fenómenos políticos.
El relato de los peronistas de que ellos son el "fenómeno maldito del país burgués" o el "lado oscuro, que la sociedad argentina, como Willam Wilson, quiere negar y reaparece constantemente", no es más que eso, un relato de "epopeya" y de justificación de su rol policial "moderno".
El relato de los peronistas de que ellos son el "fenómeno maldito del país burgués" o el "lado oscuro, que la sociedad argentina, como Willam Wilson, quiere negar y reaparece constantemente", no es más que eso, un relato de "epopeya" y de justificación de su rol policial "moderno".
El kirchnerismo fue la "forma" adoptó el peronismo, cuando parecía que la Argentina se transformaba en un enquilombado "pelotero" generalizado. Pero es restauracionista, porque se encargó de mantener el "poder real" (de los intendentes de la "mazorca" bonaerense y los gobernadores "feudales", la burocracia sindical y las fuerzas represivas) que son las los verdaderos factores reales de poder y contención, mediante la coacción y la represión abierta con Triple A incluída, cuando se hace necesario (la detención con causa armada del sindicalista de base ferroviario, Rubén "Pollo" Sobrero, algo dice sobre todo esto). Algunos peronólogos lo analizan con la metáfora del "piso de abajo" y el "piso de arriba", los "factores reales de poder" (el piso de abajo) pueden "alquilar" el piso de arriba a centroizquierdistas Nac&Pop o menemistas, de acuerdo a la relación de fuerzas o las tendencias internacionales.
En sus discusiones con la izquierda, los peronistas nos plantean dos salidas: o la reclusión en el "pelotero" (el vanguardismo) o la adaptación como "ala izquierda" ("masividad") de los "factores reales de poder".
En sus discusiones con la izquierda, los peronistas nos plantean dos salidas: o la reclusión en el "pelotero" (el vanguardismo) o la adaptación como "ala izquierda" ("masividad") de los "factores reales de poder".
Pero hay una "tercera vía", la construcción de una izquierda que dispute la dirección de la clase obrera con política hegmónica en los centros reales de poder. Una clase que no es "ontológicamente" revolucionaria, como tampoco "ontológicamente" peronista y más allá de esas variantes de "filosofías de la historia" (peronista criolla o positivista socialdemócrata), el capital la empuja a la insubordinación y es la lucha viva la que dice la última palabra.
El punto más candente es llegar a ser una fuerza material y moral mucho mayor a los espartaquistas cuando se encontraron de frente con la revolución. Porque lo que olvidan los peronistas es que entre "peloteros izquierdistas" e "izquierdas de los poderes reales", existió un hombre, Lenin y su partido, que vaya si entendía sobre esta cuestión del poder real.
Noske también dijo (según señala Victor Serge en El año I de la Revolución rusa) que si los obreros y marineros movilizados hubieran tenido una dirección resuelta, se hubieran apoderado de Berlín antes del mediodía.
ResponderEliminarEl problema de la insurrección en este caso estaba claramente ligado a la existencia de una dirección decidida a tomar el poder. Pero esa dirección debía haberse preparado desde años antes. Como bien señala Trotsky en Clase, partido y dirección, un partido "cuyos cuadros no se atemoricen ante la represión y no se mareen ante los cantos de sirena del Frente Popular".
Lamentablemente, en estos años, ha habido muchos "izquierdistas" que se "marearon" por los "cantos de sirena" (que no pasaron de eso, de cantos) del kirchnerismo.
"Vanguardia", me parece, no es el opuesto lógico de "masividad". Lo segundo es una cuestión meramente cuantitativa, que no ha dejado, en coyunturas históricas específicas, de acompañar vanguardistas irredentos, de Robespierre a Lenin.
ResponderEliminarEl problema pasa por otro lado, es ese platonismo rojo, ese berretín de conspiradores blanquistas destinados a guiar a las masas a la salida de la caverna. Esa fosa casi que ontológica entre la episteme vanguardista y la doxa de "las masas" (categoría horrible en si misma, sin agentividad propia como sujetos, esperando ahí al panadero ideal) es lo que no cierra por ningún lado.
Además de la idea esa de la sociedad sin clases allá esperándonos en el último rulo de la dialéctica que, claro, a los peronistas nos deja fríos.
Recién lo veo, muy buena la analogía compañero!
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