Trotskysmo y "trotskysmos" . La actualidad de una tradición y un legado

El 71 aniversario del asesinato de Trotsky y las discusiones sobre la situación mundial, la crisis histórica que atraviesa el capitalismo, la cuestión de la subjetividad de la clase obrera y la relación de todo esto con el marxismo revolucionario, nos llevaron a reflexionar sobre la tradición del trotskysmo. O como definió Daniel Bensaid, con algunos elementos de verdad, de "los trotskysmos". Hasta la muerte de Trotsky, el movimiento mantuvo cierta unidad, luego de su desaparición y en una etapa signada por "fenómenos aberrantes" y difíciles, a los que tuvieron que enfrentarse los dirigentes que "el viejo" había intentado formar; primaron la crisis, la confusión y sus consecuencias: el oportunismo y las capitulaciones.
Sin embargo, tomada de conjunto, antes y después del asesinato de Trotsky, en la experiencia de esta corriente existe una enorme tradición heroica, fuente de enseñanzas políticas, teóricas y de moral revolucionaria que, probablemente, ninguna otra corriente que se revindique marxista o de izquierda en general, pueda igualar. Tanto bajo la dirección de Trotsky en el combate contra el stalinismo y sus traiciones; como luego sin "el viejo" y con "hilos de continuidad" que mantuvieron viva (aunque a veces tenue) la llama de marxismo clásico, ante la deformación estaliniana y todos los que se arrastraron ante ella y la huida hacia la academia del "marxismo occidental".
Tomada de conjunto, la corriente de seguidores de la IV Internacional, a la que no le faltaron canallas (siempre los hay), tiene en su haber cientos o miles de ejemplos de temple revolucionario, abnegación militante, inteligencias brillantes y audacia política, teórica y organizativa, forjada en el combate contra el capital y sus sirvientes.
Revolucionarios de la talla de León Sedov, Ta Thu Thau, Peng Shu-Tsé, para dar algunos ejemplos destacables, son igualables en su calidad moral al más re - nombrado (con buenas y malas intenciones) Ernesto Che Guevara, aunque muy superiores en formación teórica y estrategia política.
Esta reseña cuenta que "Trotsky es asesinado en 1940 por el agente estalinista Mercader. Los nazis fusilaron al alemán Marcel Widelin, organizador de las células clandestinas en la Wehrmacht y redactor del periódico «Arbeiter und Soldat»; al antiguo miembro del CC del PC alemán, Werner Scholem; al ex secretario general del PC griego, Pantelis Pouliopoulos; al secretario del POI, Marcel Híc; al belga Abraham León; a Henryk Sneevlit y a toda la dirección del RSAP holandés, cercano a la IV Internacional; a León Usoil, antiguo miembro del Comité Central del PC belga; los japoneses fusilaron al sucesor de Chen Du-siu, muerto en manos de Chiang Kai-shek, jefe de los trotskistas chinos, Chen Chi-chang; el PCF hizo ejecutar a Pietro Tresso, antiguo secretario en la organización del PC italiano; la comandancia del ejército de Mao hizo fusilar al jefe de los guerrilleros trotskistas Chu Li -ming; Ho Chi-Minh hizo ejecutar al jefe trotskista Ta Thu-tau, antiguo dirigente de la comuna de Cantón; Tito hizo ejecutar a Slobodan Marculic y a los trotskistas de Belgrado...". Abraham León, asesinado a los 26 años por el nazismo, dejó una de las elaboraciones teóricas no superadas hasta hoy, donde explica y amplía las concepciones que Marx había dejado plasmadas en unos pocos escritos sobre la controvertida "cuestión judía". Y es solo un ejemplo de tantos más que se pueden agregar como Erwin Wolf, Rudolf Klement o Ignace Reiss.
A pesar de la persecusión y asesinatos de los nazis, fascistas, demócratas y por supuesto estalinistas de todo tipo y color, el trotskysmo combatió y logró permanecer hasta el presente como una opción alternativa y revolucionaria. Hecho que sólo encuentra su explicación en las ideas, el programa y el método elaborado por Trotsky, que no fue más que un continuador y actualizador de la doctrina de Marx, Engels y Lenín.
Hoy se puede mirar hacia atrás y observar ese siglo "oscuro y opaco" (al decir de Bensaid) que quebró a una gama amplia de tendencias "revolucionarias" y las mandó al basurero de la historia: estalinistas de todo tipo, que fueron abriendo el camino al capital en estados en los que se había expropiado a la burguesía, anarquistas que tuvieron su temprana muerte política en España, guerrilleros (algunos heroicos) subordinados al estalinismo o a los nacionalismos y vueltos más tarde nuevos administradores de los negocios de la burguesía,  como cabeza o parte de los gobiernos "progresistas".  Debacle política y moral, de decenas de tendencias y cientos de miles de militantes, a la que el trotskysmo puede mirar con honra, desde una altura  ampliamente superior.
En la pos-guerra, los "trotskysmos de Yalta" convirtieron la corriente internacional de conjunto en un movimiento centrista. Visto desde hoy, la mayoría de las tendencias trotskystas pecaron de un mayor o menos grado de "pablismo". Es decir la adaptación más o menos profunda a direcciones estalinistas, nacionalistas, guerrilleras o reformistas, con tendencias a la liquidación del propio trotskysmo. Desde Michel Pablo llamando a la vuelta a los PCs, o el lorismo apoyando al la "izquierda" del MNR, Mandel y Moreno a las corrientes guerrilleras latinoamericanas o las más vergonzosas capitulaciones de Lambert al socialimperialismo de Mitterand, abriendo la etapa del "trotskysmo en tiempos de restauración", con los morenistas y mandelistas y otros afiebrados que vinieron después, entrando a gobiernos burgueses o a partidos únicos con estalinistas que ya estaban en su "etapa superior".
Sin embargo, también existieron combates reivindicables, desde el mismo Pablo y la organización del apoyo a la lucha por liberación de Argelia (sin la necesidad de ser Ministro de Ben Bella), las Tesis del Pulacayo que son parte de la tradición del movimiento obrero boliviano, el combate morenista contra la "traición de la OCI", las elaboraciones de Mandel y su popularización y en economía marxista (a pesar de diferir con algunas de sus teorizaciones) de las que hemos aprendido muchos, como un "puente a Marx". Y se puede incluir también combates ideológicos y filosóficos, como los dados por el mismo Bensaid y Callínicos, contra posmodernismo y sus ideologías. El problema fue el "grado cero" (o menos 10) de la estrategia.
Pero nuestra intención es dar sólo un pantallazo de muestra, con una mirada retrospectiva e histórica a un siglo  complejo y rico en experiencias revolucionarias. Y a un legado que mantiene su actualidad en una tradición viva, no solo en las elaboraciones teóricas y de estrategia política que dejó esencialmente su fundador, sino también en los heroicas luchas dadas por sus mejores combatientes y también en las grandezas y miserias de aquellos que actuaron en su nombre, de las cuales hay que aprender y sacar conclusiones,  que tomen forma de programa, organización, estrategia y táctica para vencer. 
Cuando se actualizan las condiciones de posibilidad de la revolución proletaria, abrevar en la actualidad de este legado y esta tradición brinda no solo las herramientas teóricas y políticas, sino también una enorme fuerza moral, muy necesaria para estos tiempos preparatorios.

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